“Traté de abrirlo": hombre relata cómo sobrevivió a un ataque de cocodrilo en el sur de Florida
Rodrigo Constaín, un hombre de 68 años residente del sur de Florida, estaba en los Everglades el pasado domingo 10 de marzo cuando a solo minutos de zarpar de su pequeño velero de la marina Flamingo, la embarcación se volteó y fue atacado por un cocodrilo.
“Al tratar de subirme fue cuando sentí que algo me agarró la pierna. Puse mis manos para agarrar mi pierna arriba y abajo y sentí un hocico largo, pero no sabía tampoco qué era. Pensé que era otra cosa, pero no un cocodrilo”, dijo Rodrigo desde su cama de hospital a Noticias 23.
“Traté de abrirlo o puse mis manos encima de su cabeza o algo así, y él abrió”, continúa su terrorífico relato Rodrigo, que cuenta que entonces comenzó a nadar hasta la orilla cubriéndose con el velero. “Ahí fue cuando los rangers, que fueron muy efectivos, me subieron al muelle y me rescataron”.
El señor Rodrigo fue aerotransportado de inmediato al hospital Jackson South, donde no fue sometido a cirugía ni tampoco le pusieron puntos en la herida, ya que, al ser producto de una mordida de animal, debe permanecer abierta y cerrar lentamente, para evitar una infección.
“Soy una estadística entre uno y tres millones. Todos los rangers u oficiales que están ahí dicen que llevan más de ocho años y que nunca ha habido un caso así”, agrega Rodrigo.
Según la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida, en los últimos diez años en promedio se han presentado 8 mordidas de caimán no provocadas al año. La probabilidad de ser herido por un caimán es de 1 entre 3,1 millones.
Pero en cuanto a los cocodrilos, Florida no tiene muchos ataques en su historia. Según expertos, esos son extremadamente raros.
De todas formas, Rodrigo dice que si hubiera sabido que había cocodrilos hubiera tomado más precaución y hubiera ido a otra playa.
El cocodrilo, de unos ocho pies, se observa en las aguas en las que navegaba Rodrigo gracias a una foto que, en medio del terror, tomó su esposa desde la marina.
“Dios es el que estuvo conmigo. Todos sabemos que una mordida de un cocodrilo es revolcarlo a uno dentro del agua y hundirlo”, concluye este hombre, todavía adolorido, pero agradecido de estar vivo.
