null: nullpx
Accidentes

Cómo un niño de Cuba llamado Delfín se convirtió en la estrella del béisbol José Fernández

Un documental de Univision ofrece un retrato íntimo de la vida carismática del lanzador cubano José Delfin Fernández, quien murió el año pasado en un accidente de bote.
15 Abr 2017 – 11:06 AM EDT
Comparte

Loading
Cargando galería


Cuando el lanzador estrella de los Miami Marlins falleció en septiembre pasado en un accidente marítimo, los fanáticos del béisbol lloraron la pérdida de José, o 'Joseíto', Fernández.

Su familia y amigos en Cuba recordaron a un travieso, pero adorable muchacho al que llamaban por su segundo nombre: Delfín.

"JDF 16", un documental de 46 minutos realizado por Univision estrenado este sábado, narra la historia de cómo el pequeño Delfín, que abandonó su ciudad natal de Santa Clara, Cuba, a los 15 años, y se convirtió en una carismática estrella de las Grandes Ligas.

Utilizó su segundo nombre hasta que llegó a la escuela secundaria en Estados Unidos. Posteriormente adoptó el acrónimo profesional JDF 16, combinando sus iniciales con el número de la camiseta de su equipo, en su escuela en Tampa y con los Marlins.

Pero para su familia y amigos sigue siendo Delfín, 'Delfy', o 'Delfincito'.

'El Animal'

Y lo que vino después fue más difícil aún.

Siendo un niño hiperactivo, antes de cumplir los cinco años ya estaba causando alborotos en su polvorienta calle en su barrio de clase trabajadora, La Macuca. Dice su madre que a las 6 de la mañana ya estaba en la calle jugando béisbol con palos y piedras.

"Cualquier palo que encontraba le servía de bate", dijo a Univision en una entrevista para el documental. Le robó las medias para hacer una pelota con barro y piedras, agregó ella.

Tenía tanta energía que su familia lo apodó 'El Animal'. Agotaba a todos, recuerda su tío Osmani Gómez. "Era sobrehumano (…) siempre decía: 'Voy a durar 120 años'".

Su forma de tirar piedras reveló un brazo fuerte a una edad temprana, así como un buen swing a la hora de batear, dicen los vecinos.

Su familia y sus amigos alentaron a Fernández a practicar béisbol incluso antes de cumplir los 5 años con el fin de canalizar su energía desbordada.

"Le aseguré a su madre que él sería el mejor lanzador de Cuba, y él superó eso", dijo Nelson Díaz, su vecino que lo introdujo a la práctica del béisbol.

El padre de Fernández abandonó a la familia poco después de que Fernández nació. Criado por una devota madre soltera, y una abuela cariñosa, Olga, la breve vida de Delfín se vio influenciada por una serie de figuras paternas sustitutas, incluyendo varios entrenadores de béisbol.

Rápidamente se convirtió en un muchacho fornido. Como todos los niños, al principio le gustaba batear, y sólo comenzó a lanzar más tarde, recordó su primer entrenador Oscar Castillo.

Ya a los nueve años de edad era una estrella del equipo nacional de Cuba.

Tenía un brazo fenomenal capaz de lanzar alrededor de 85 millas con apenas 11 o 12 años, dijo Noel Guerra, otro de sus entrenadores en Cuba, quien es ahora entrenador en Italia.

Su contagiosa personalidad motivaba a todos.

Ese carisma estaba presente en el montículo también, donde se ganó la reputación de un lanzador absolutamente intrépido que disfrutaba desafiar a los mejores bateadores del equipo contrario. "Él no se asustaba como algunos lanzadores", dice Guerra. "Esa confianza es lo que lo hizo tan buen lanzador. Él creía en sí mismo".

Su compañero del Todos Estrellas de las Grandes Ligas, Aledmys Díaz, quien creció en la misma calle que Fernández y ahora es el torpedero de los St Louis Cardinals, cree que su amigo de la infancia tenía una calidad especial. "Para él, el béisbol no era trabajo. Era como si siempre estuviera divirtiéndose jugando en el barrio", añadió Díaz.

De Delfín a José

Después de llegar a México, se encaminaron a Tampa donde Fernández se fue a vivir con su expadrastro, Ramón Jiménez, y su compañera en ese momento, Sonia Celpa, quien había ayudado a reunir el dinero para sacarlo de Cuba. Mientras tanto, su madre vivía separada, y encontró trabajo limpiando casas.

En el documental Celpa recuerda cómo Fernández se maravillaba con algunos de los aspectos triviales de su nueva vida, incluyendo los bufets "todo lo que usted pueda comer" en los restaurantes locales y los refrescos rellenables. "Él no estaba acostumbrado a eso en Cuba, pensó que era una broma", dijo.

El tamaño de su nueva escuela preparatoria también lo deslumbró, las modernas aulas, y el campo de béisbol con luminarias y césped inmaculado en los jardínes.

Fernández se convirtió rápidamente en un lanzador estrella en la Braulio Alonso High School en Tampa. En su debut, ya siendo estudiante de segundo año, fue el lanzador ganador en la final del campeonato 2009 del estado de la Florida, superando a Columbus High de Miami por 4 a 3 en la final.

Fue declarado no apto después de su primer año por la Asociación de Atletismo de Preparatorias de Florida (FHSAA, por sus siglas en inglés) sobre la base que había jugado un año de béisbol en Cuba a nivel de preparatoria.

Con la ayuda de Ralph Fernández (no guarda relación con su familia), un prominente abogado de Tampa, apeló con éxito, argumentando que había sido encarcelado en Cuba por intentar escapar y se le había impedido entrar en el décimo grado.

Ganaría un segundo campeonato estatal en 2011.

Le escribió una carta a mano al miembro de la junta de la FHSAA para darles las gracias por permitirle jugar su último año. "Tengo la intención de continuar mi compromiso de superarme, dentro y fuera del terreno", escribió. Luego, con unas palabras extrañamente proféticas agregó: "Mi carrera de béisbol podría terminar antes de lo deseado, pero aun así quiero ser un ciudadano productivo y un ejemplo para los demás".

El arte del béisbol

Chinea describió cómo Fernández estaba obsesionado con aumentar su velocidad de lanzamiento, y escribía sus objetivos cada vez mayores, 94, 95, 96 …. con un lápiz labial prestado en el espejo de su dormitorio, hasta que alcanzó las 99 millas por hora.

El entrenamiento era tan intenso que Fernández apenas tenía vida social. En lugar de ir a las fiestas de la preparatoria, se quedaba en casa y jugaba dominó.

"La vida de mi hijo fue una serie de pasos gigantes. Nunca disfrutó la vida como lo hacen los otros jóvenes", dijo su madre. "Su niñez fue todo béisbol, béisbol, béisbol. Luego vino la adolescencia, y todo fue béisbol, béisbol, béisbol".

A pesar de ello, Fernández encontró maneras de relajarse, conservando algunas de sus costumbres cubanas.

Uno de sus profesores de la preparatoria recuerda que Fernández pedía una mesa de dominó a la hora del almuerzo. A pesar del escepticismo de su profesor pronto hubo varias mesas y los estudiantes hacían competencias durante la merienda", dijo Frank Díaz, un exprofesor de la Braulio Alonso High School.

"José sabía cómo llegar a las personas y convencerlas de aceptar lo que él quería. Era una fuerza imparable", dijo Díaz. "Y siempre cumplía. Si decía que iba a tener un magnífico juego e iba a ponchar a 14 bateadores, ponchaba a 16. Él no era una de esas personas que solo hablan".

Después de su muerte, unos 3,000 estudiantes, padres y maestros asistieron a un homenaje a Fernández en la escuela.

A pesar de los entrenamientos, encontró tiempo durante la preparatoria para enamorarse perdidamente después de conocer a Alejandra Baleato, una adolescente uruguaya, en un centro comercial. Tenían mucho en común, pues ambos llegaron como adolescentes inmigrantes a Florida, no hablaban inglés y tenían familias muy unidas de la clase trabajadora que luchaban por ganarse la vida.

"Él fue el novio más romántico que he tenido, era muy dulce", dijo ella con lágrimas en los ojos. "Mis padres lo adoraban. Se ganó el corazón de todos con su simpatía".

La presión de millones de dólares

Después de firmar con los Marlins, la vida de Fernández adquirió una dualidad, una especie de forcejeo entre Delfín, el inocente y despreocupado niño cubano, y José, la estrella del béisbol profesional, con las presiones de un equipo en dificultades y las expectativas de una familia muy unida que vivía y respiraba cada uno de sus lanzamientos.

Su matrimonio no sobreviviría al estrés de los viajes en el sistema de ligas menores de los Marlins. Delfin se encontró en un mundo nuevo con la perspectiva de enormes riquezas. Su ex esposa no alberga ningún sentimiento amargo hacia él.

"Yo tenía 19. Ése, ése fue el problema. Éramos muy niños, muy chicos", dijo enjugando las lágrimas en sus ojos. "Ya no cuadré en esta vida de él. Porque era normal y él lo tenía que vivir porque él no iba a poder disfrutar todas las cosas conmigo como quizás las disfrutó sin mí".

A pesar de las presiones de millones de dólares del béisbol profesional, Fernández nunca perdió su exuberancia juvenil. Desde el momento en que hizo su debut con los Marlins en 2013 desafió el antiguo código que espera que los jugadores más jóvenes adopten un perfil bajo, lanzando el bate y deteniéndose a observar y celebrar su primer home run.

En el proceso se ganó tanto el respeto del resto de sus compañeros jugadores cono la adoración de los fanáticos del béisbol; no sólo en Miami. En cuatro temporadas, interrumpidas por una lesión, acumularía excelentes números, ganando el Novato del Año en 2013.

En abril de 2014 se convirtió en el lanzador más joven de la Liga Nacional en lanzar un juego de apertura, desde que la joven sensación de los Mets, Dwight Gooden, lo hizo en 1985.

"Este contagioso joven con el carisma y el encanto que traía, de verlo se sabía que iba a ser bueno para los Marlins, para el béisbol", dice su ex entrenador de pitcheo de los Marlins Chuck Hernández, quien lloró mientras recordaba la estrecha relación que mantenían.

"Él fue el lanzador más dotado con quien he trabajado en 30 años de entrenador", dijo Hernández, nativo de Tampa, quien ahora entrena a los Bravos de Atlanta.

También fue su personalidad lo que impresionó a Hernández. "Abrazó a más guardias de seguridad y más conserjes en el Marlins Park que a ejecutivos (…) ésa era su naturaleza. Abrazaba a todo el mundo. Y no importa si usted era el que limpiaba la sede del equipo o era el dueño del equipo. En su mundo, todos eran iguales", dice en el documental.

Cuando Fernández se lesionó en 2014 y tuvo que someterse a una cirugía reconstructiva de 'Tommy John' en su codo de lanzar, el derecho, comenzó a gustarle la navegación y la pesca. Se convirtió en su pasatiempo favorito.

"El barco era una terapia para él", dijo su madre, recordando que casi a diario se iba de expediciones de pesca.

"Le encantaba ir en su barco, poner música, y darse una vuelta por la bahía", dijo su tío Osmani Gómez. "Eso era lo que lo relajaba".

Un gran amigo

"Él venía por aquí y nos mataba de risa," dijo Nelson Díaz, su antiguo vecino. "Siempre recordaré al niño travieso que nunca olvidó a sus amigos y siempre venía a visitarnos".

En esas ocasiones nunca dejó de visitar a sus entrenadores de las ligas menores, especialmente a Castillo, quien desde entonces ha dejado el béisbol y ahora cría canarios. Una gran foto de Fernández en el Todos Estrella domina la pequeña sala de su casa. "Ese afiche siempre estará ahí, y lo veo todo el tiempo", dice. Cada vez que salgo o entro a la casa, él está ahí, delante de mí".

Castillo le mostró a Univision las fotos que le envió Fernández poco después de que salió de Cuba en 2008 con afectuosos mensajes escritos en el reverso. "De tu hijo que no te ha olvidado y que también tiene mucho que agradecerte", escribió Fernández. Cuando sea un lanzador en las Grandes Ligas en la televisión van a saber de ti porque tú fuiste el que me descubrió".

Nunca dejó de ir a Santa Clara para el cumpleaños de su primo y confidente, Yordan Gómez, cada mes de octubre.

Gómez, quien todavía vive en Cuba, fue también un lanzador de béisbol cuando era joven, pero se lesionó a los nueve años y tuvieron que extirparle un riñón. "No importa", recuerda que le decía Fernández. "Voy a lanzar por mí y por ti".

Gómez ayudaba a Fernández con su régimen de entrenamiento durante las visitas a Santa Clara. Mientras Fernández corría por la carretera circular de 10 millas alrededor de la ciudad cada día, Gómez lo seguía atrás en un automóvil con botellas de agua. "Cada tarde, religiosamente, sin fallar", dijo.

"Quiero ser el mejor padre del mundo"

Temprano en la mañana del 25 de septiembre de 2016, una lancha que transportaba a José Fernández y a otros dos hombres jóvenes se estrelló en un espigón rocoso a la entrada del puerto de Miami. Las circunstancias del accidente marítimo siguen siendo inciertas.

Un informe de toxicología encontró cocaína y alcohol en su sistema. Pero la familia y amigos insisten que Fernández se oponía abiertamente a las drogas. Las pruebas de drogas de las Grandes Ligas, incluyendo dos que se hizo poco antes de morir, nunca detectaron ningún problema, dice su abogado.

"No sé qué sucedió aquella noche", dice perplejo Fernández, el abogado de la familia.

El lanzador de 24 años estaba a punto de firmar un nuevo gran contrato que probablemente valdría hasta 20 millones de dólares al año. "Éste no era el momento para que él hiciera algo así", dijo.

Su familia y amigos todavía están buscando respuestas. Esperan que Fernández sea recordado por su desempeño en el deporte, no por cómo murió.

Él también deja a una hija pequeña, Penélope, nacida a principios de este año producto de la relación con su novia María Arias, quien tenía tres meses de embarazo en el momento en que él murió.

Aunque el nacimiento de Penélope le ha traído un poco de alegría a su vida, la madre de José, Maritza Gómez, sigue llorando la pérdida de su hijo. Cada domingo, visita el lugar donde él murió en South Beach. Se sienta junto a las rocas, recordando a su pequeño hijo de las Grandes Ligas.

"Me pregunto cada día, cada minuto y cada segundo, qué ocurrió allí", dijo Gómez a Univision.

"Mi hijo nunca llevó extraños en su barco. Conducía muy cuidadosamente," dijo ella. "Nada encaja, nada. Todavía estoy en shock".

Fernández deseaba ser padre y se alegró muchísimo cuando supo que tendría una niña, poco antes de morir.

"Mi hijo siempre decía, 'Quiero ser el mejor padre del mundo'", dijo su madre.

"No sé donde estaría si no fuera por ella [Penélope]", le dijo Arias a Univision.

'"Era muy importante para él ser papá. Yo creo que él quería ser todo lo que él nunca tuvo", dijo.

Loading
Cargando galería
Comparte
RELACIONADOS:Accidentes