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Acción Ejecutiva

Desmontamos varios mitos sobre DACA (y una columna del Washington Post)

Un reciente artículo de opinión en el Washington Post es un claro ejemplo de los ataques errados y carentes de contexto que circulan para desacreditar al programa que protege a los dreamers.
14 Sep 2017 – 02:27 PM EDT
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Alrededor de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) –que protege de la deportación a miles de jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños– giran muchos mitos e información descontextualizada. La mayoría tiene el objeto de desacreditar el programa que firmó Barack Obama en 2012 y que ahora fue cancelado por Donald Trump.

El pasado miércoles, el periodista y blogero Mickey Kaus, un conocido demócrata obsesionado con el tema de inmigración, quien terminó apoyando al presidente Donald Trump por sus posiciones antiinmigrantes, escribió un artículo en el Washington Post que refleja muchos de esos mitos sobre DACA. A continuación, analizamos y comentamos el artículo, tratando de ofrecer contexto y desmitificar algunas cifras y afirmaciones de Kaus:

No se crea todas las tonterías sensacionalistas sobre los dreamers

Por Mickey Kaus

¿Quién quiere deportar a los dreamers? Resulta que no muchas personas. Incluso los veteranos oponentes de la inmigración parecen dispuestos a legalizar este subconjunto de inmigrantes indocumentados si es parte de un conjunto de medidas. Eso es cierto, aunque mucho de lo dicho acerca de los dreamers sean tonterías sensacionalistas.

Por ejemplo, se dice a menudo –de hecho, el expresidente estadounidense Barack Obama dijo recientemente– que los aproximadamente 690,000 dreamers fueron "traídos a este país por sus padres". Esta cifra es engañosa. El número total de dreamers (jóvenes indocumentados que entraron a EEUU antes de cumplir los 16 años de edad y fueron traídos por sus padres) es mayor que el de las personas que obtuvieron el beneficio. El Instituto de Políticas Migratorias (MPI) estima que la población elegible es de 1.9 millones de jóvenes. Inicialmente DACA estuvo dirigido a 1.2 millones, de ellos unos 800,000 se vieron beneficiados con el amparo de la deportación y un permiso de trabajo. Según otro artículo del propio Washington Post, de ese grupo beneficiado casi 100,000 han abandonado el programa, ya sea porque obtuvieron una residencia permanente, se hicieron ciudadanos u optaron por no renovar el permiso.

Pues sí, muchos lo fueron. Pero eso no es necesario para calificar como un dreamer protegido bajo los diversos planes, incluyendo el de Obama. Sólo es necesario haber ingresado ilegalmente al país antes de los 16 años de edad. Quizás usted podría haber decidido escaparse a escondidas en contra de los deseos de sus padres. Aún así, ¡es un dreamer! Esta afirmación ignora las razones de la llegada de miles de niños inmigrantes, acompañados o no, a Estados Unidos. Un informe del Congreso (2014) reseñó que la mayoría "viene huyendo de la violencia, privaciones, abusos y otras dificultades en sus países" . Insinuar que los niños escapan de sus casas solo porque así lo desean, sin profundizar en los motivos, es simplista. Entre las causas más fuertes para la salida de menores están "la pobreza endémica y la falta de oportunidades económicas, así como el aumento de pandillas y organizaciones de narcotraficantes que han desestabilizado El Salvador, Guatemala y Honduras y han limitado severamente la capacidad de estos países de proteger a sus jóvenes", señala el informe.


Asimismo, nos dicen que los dreamers son bachilleres que van a asistir a la universidad o son personal militar. Eso es una exageración. Todo lo que se necesita realmente es que el dreamer se matricule en un curso de la escuela secundaria o uno "alternativo", incluyendo los cursos en línea y las clases de inglés como segundo idioma. Esta afirmación es incorrecta. El reglamento de DACA, publicado y supervisado por la Oficina de Ciudanía y Servicios de Inmigración (USCIS), claramente detalla los múltiples requisitos para recibir los beneficios del programa. Además de cumplir con requerimientos de edad máxima y tiempo de permanencia, el solicitante de DACA debe estar asistiendo a la escuela, haber finalizado la secundaria u obtenido un certificado de Desarrollo Educativo General (GED, por sus siglas en inglés). O bien ser un veterano retirado honorablemente de la Guardia Costera o las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y no tener antecedentes criminales. Las autoridades se aseguran que el solicitante no es una amenaza para la seguridad nacional . Y todos estos requisitos son verificados por el sistema biométrico del gobierno federal de EEUU antes de ser aprobada una solicitud.

Bajo el programa de Obama, ahora suspendido, usted ni siquiera tenía que permanecer matriculado. De nuevo, el autor omite información. La protección de DACA es temporal y se renueva cada dos años. Entre 120 y 150 días antes de finalizado el amparo, el dreamer debe reinscribirse de la misma manera en como lo hizo la primera vez, es decir, debe pasar nuevamente por el complejo sistema de verificación de datos del gobierno federal para recibir un nuevo permiso de trabajo. Si no se cumplen los requisitos señalados, la USCIS niega una solicitud y el dreamer pierde automáticamente los beneficios del programa.

Con respecto a la población general, los dreamers no son en especial altamente capacitados. Es necesario explicar que DACA no fue creado para extranjeros de gran cualificación, sino para proteger a jóvenes que entraron al país siendo niños, en la mayoría de casos sin opción de elegir su destino. Precisamente, por su condición de indocumentados, muchos carecían de oportunidades para acceder a estudios superiores. Sin embargo, el Instituto de Políticas Migratorias revela que, en comparación con otros indocumentados que no califican para DACA, los trabajadores beneficiados con el programa desempeñan más comúnmente ocupaciones de cuello blanco. Y una cuarta parte también está matriculada en la educación superior. "Un hallazgo que sugiere que muchos necesitan trabajar para pagar la universidad, pero también que mejores puestos de trabajo pueden estar en el horizonte a medida que terminan sus estudios", señala el Instituto.

Una encuesta reciente de varios grupos pro dreamers, con participantes reclutados por esos grupos, reveló que aunque la mayor parte de los dreamers no está en la escuela, la inmensa mayoría trabaja. Aquí hace falta contexto: DACA no exige que todos los beneficiarios deben estar estudiando. El programa beneficia a todos aquellos indocumentados que tenían menos de 31 años de edad al 15 de junio de 2012. Siendo así, un importante número de ellos ya salió de la escuela, trabaja y paga impuestos. Un estudio reciente de la organización pro inmigración FWD.us, creada por el fundador de Facebook Marck Zuckerberg, entre otros, señala que la cancelación de DACA puede reducir en $460,000 millones el crecimiento económico de la nación, debido a la pérdida de dreamers en la fuerza laboral. Asimismo, una encuesta del Center for American Progress (CAP), muestra que el 45% está actualmente en la escuela. Y entre estos, el 72% está estudiando para una licenciatura o un grado superior.

Pero su salario promedio por hora es de sólo 15.16 dólares, lo que significa que muchos están compitiendo con estadounidenses menos calificados que se encuentran en apuros. Cifras incorrecta: el aporte de los dreamers a la economía es significativo. La encuesta del CAP revela que el 69% de los encuestados señaló que tras recibir el beneficio de DACA fueron capaces de conseguir un trabajo mejor remunerado. Y que su salario promedio pasó de $10.29 por hora antes de DACA a $17.46. Además, un estudio de Wharton, la Escuela de Negocios de la Universidad de Pensilvania, señala que es improbable que los inmigrantes, de alta o baja calificación, le quiten empleo a los estadounidenses.

Los dreamers sobre los que usted lee han sido cuidadosamente seleccionados por su atractivo. Tienen las mejores calificaciones. Son los primeros en intervenir en situaciones de emergencia. Están curando enfermedades. Son fanáticos de los Yankees. Quieren servir en el ejército. Si los dreamers son los ejemplos modélicos de la mayor población de indocumentados, éstos son los ejemplos modélicos de los ejemplos modélicos.

No obstante, si se toma a los dreamers como un todo, no solo a los mejores de ellos, representan un atractivo grupo de potenciales ciudadanos. Entonces, ¿por qué no mostrar compasión y legalizarlos? Porque, como suele ser el caso, la búsqueda de la compasión pura viene con efectos secundarios dañinos.

En primer lugar, crearía incentivos perversos. ¿Puede usted imaginarse un mayor incentivo para la inmigración ilegal que la idea de que si usted introduce sus hijos al país llegarán a ser ciudadanos estadounidenses? Esto es especulación. No hay forma de probar que la legalización de los dreamers aumentaría la llegada de indocumentados. Este argumento es similar a la excusa que ofreció el fiscal general Jeff Sessions para cancelar DACA, diciendo que provocó un incremento en la llegada de niños solos a la frontera. Pero eso no es cierto como ya lo comprobó Univision Noticias. En 2014, un informe del Congreso de EEUU indicó que es muy difícil establecer las verdaderas causas del aumento de menores en la frontera sur.

Por supuesto, en la actualidad las garantías no se aplican a quienes llegaron recientemente —bajo el plan de Obama, usted tenía que haber llegado antes del año 2007. Pero esas fechas pueden cambiarse— el propio Obama trató de hacerlo una vez. Y la justificación para recompensar a aquéllos que llegan siendo jóvenes — que están aquí por "culpa de otros" y sólo conocen Estados Unidos, etc. — se puede aplicar en el futuro, sin aparente punto de parada. ¿Qué pasa con los niños pobres que vinieron en 2008? ¿Y en el 2018? Existe una razón por la que ningún país tiene la regla de que si usted se cuela siendo menor, se convierte en ciudadano. Estaríamos invitando a todo el mundo.

En segundo lugar, tendría efectos en cadena. Bajo las reglas de la " migración en cadena" establecidas en 1965 –irónicamente como una concesión a los conservadores, quienes tontamente pensaron que estimularían la llegada de europeos– los nuevos ciudadanos pueden traer a sus hermanos e hijos adultos, quienes pueden traer a sus hermanos y parientes, hasta que aldeas enteras terminan por mudarse a Estados Unidos. Eso significa que los 690,000 dreamers de hoy pronto serían millones de recién llegados, que bien podrían ser poco cualificados y que, casi con seguridad, incluyen a los padres que los trajeron en primer lugar — aquéllos que, en teoría, tienen la culpa.

Existen maneras obvias y sensatas para controlar estos efectos secundarios. Se debe emparejar cualquier amnistía para los dreamers con una importante modernización de nuestro sistema para evitar una nueva ola de indocumentados — como una extensión obligatoria de E-Verify, el sistema que les permite a los empleadores verificar el estatus legal de las personas a quienes contratan. Contexto necesario: la regularización de los dreamers no es una amnistía, sino un proceso de legalización ordenado y regulado en base a los criterios de admisibilidad contenidos en la actual Ley de Inmigración (INA). Y en base al precedente legislativo, el proceso de regularización iría acompañado de un proceso de legalización de entrada al país, algo que el presidente Trump sugirió durante su campaña para todos aquellos indocumentados que carecen de antecedentes criminales.

Se debe limitar el derecho a traer parientes lejanos. El senador Tom Cotton (republicano de Arkansas) ha propuesto un compromiso — y sería fácil comprometerse con su compromiso, digamos, al limitar la migración en cadena sólo al número de personas que la nueva Ley DREAM añade a la ciudadanía. El presidente podría declarar un acto de misericordia para aquéllos que vinieron durante la Era de Laxitud antes de Trump, pero dejaría en claro que el juego cambió para quienes lleguen posteriormente.

¿Por qué los demócratas no aceptarían ese trato? Durante años han estado promoviendo "la reforma integral de la inmigración" , una mezcla de amnistía con intensificación de la aplicación de las leyes para evitar otra oleada de indocumentados. El autor omite informacion. Cabe recordar que el proyecto de ley S.744 del 27 de junio de 2013 fue elaborado por un grupo bipartidista integrado por cuatro senadores demócratas y cuatro republicanos. Desde un inicio del debate, la denominada Pandilla de los Ocho trabajó para regularizar a la mayoría de los 11 millones de indocumentados. No se trató de un plan demócrata. A su vez, los proyectos de ley Dream Act 2017 y Bridge Act, presentados en ambas cámaras del Congreso para legalizar a los dreamers, también son bipartidistas.

Pero la Ley DREAM es limitada. Es toda amnistía, nada prevención — ya ni digamos cualquier reducción compensatoria de los flujos de ingresos legales. Es difícil evitar la idea de que los demócratas (y los republicanos que apoyan la Ley DREAM) no están realmente interesados en la prevención de los ingresos ilegales. No están dispuestos a aceptar el acuerdo de Cotton porque piensan que no tienen que hacerlo.

Si ganan, tendremos la compasión sin abordar sus consecuencias. Eso sería especialmente lamentable teniendo en cuenta que la ofensiva de Trump contra la inmigración, simplemente intensificando la aplicación de las leyes vigentes, ya está contribuyendo a endurecer el extremo inferior del mercado laboral y aumentar los salarios de los trabajadores poco calificados. Las agencias de noticias están presentando historias de empleadores que no están recibiendo su suministro habitual de trabajadores indocumentados y se ven obligados a tomar medidas radicales, como aumentar los salarios. La prueba de esta conexión, en la mente del público, puede ser lo que más aterra a los grupos de presión pro inmigración. Incorrecto. Esta mención de Kaus sobre el efecto de las restricciones migratorias en los salarios es simplista y no toma en cuenta varios hechos. Primero, en los propios artículos que él cita algunos empleadores explican que los empleos poco calificados son tan duros que ni siquiera subiendo los salarios van a ser ocupados por trabajadores estadounidenses. Es decir, poco cambiaría. Además, los constructores de casas explican que el aumento de salarios sólo ocasionará que haya menos trabajadores, mejor pagados, lo que implica que construir una casa será más caro y tomará más tiempo. Finalmente, el analista del Grupo CATO, Alex Nourasteh señaló en agosto que la Ley DREAM del senador Cotton no incrementará los salarios, recordando como diversos estudios probaron que las restricciones migratorias nunca han logrado ese efecto en la historia estadounidense.

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