La desinformación también se recicla: hay falsedades que se niegan a morir

Mensajes de WhatsApp, sms o emails. Una llamada de ese familiar en la que te comenta sobre un supuesto remedio natural hasta ahora desconocido que cura el cáncer. Una foto que dicen que está relacionada con la invasión rusa a Ucrania. Un video que, según se asegura, fue grabado supuestamente durante el paso del huracán Ian por Miami. Desde su aparición como fenómeno masivo, la desinformación ha ido poco a poco ganando espacio. En las diferentes presentaciones que puede adoptar, hay una que hemos recibido frecuentemente en el chatbot de elDetector y que circula por las redes sociales: la reciclada.

Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo por la Universidad de Navarra y experto en temas de desinformación, comenta, en entrevista telefónica con elDetector, que el reciclaje de falsedades se caracteriza por adoptar formas “ligeramente diferentes”: puede cambiar el protagonista del mensaje o las circunstancias que le rodean. Se adapta al contexto, pero la desinformación “es la misma”.

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Por ejemplo, el 28 de abril de 2022 nos preguntaron sobre si era cierto que por el fenómeno del afelio, el punto en el que la Tierra se encuentra más lejos del Sol en su órbita alrededor de la estrella, el clima en el planeta iba a enfriarse. El texto que nos mandaron entonces decía que “ de aquí a agosto” haría más frío.

Resultó ser falso: el afelio tiene una influencia prácticamente nula en que haga más o menos frío. Del clima de nuestro planeta es responsable la inclinación de su eje.

El 20 de diciembre recibimos un video sobre el afelio junto con un texto prácticamente idéntico. El mensaje decía ahora que por este fenómeno, que se repite todos los años, haría “más frío desde mañana 5 de diciembre hasta el 30 de marzo de 2023”. Aunque cambien los meses, sigue siendo falso.

Como vemos, apenas se modificó la fecha para darle actualidad a la desinformación. Y a viralizarse de nuevo. Esta cadena, sea solo el texto o venga acompañada del video, la hemos recibido en el chatbot de elDetector desde la mayoría de los países hispanohablantes del planeta.

La adaptación, la clave de la desinformación reciclada

Desde elDetector, consultamos telefónicamente a otros dos expertos en temas de desinformación, además de a Salaverría. Los tres coinciden en que la clave del ‘éxito’ de una falsedad reciclada es su capacidad de adaptarse al contexto del país, ya sea a través de un personaje reconocido o mediante un suceso de actualidad común en otras naciones, como, por ejemplo, la pandemia de covid-19.

Raúl Magallón, profesor de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid, constató en su trabajo “ Infodemia y COVID-19. Evolución y viralización de informaciones falsas en España” que una de cada cinco desinformaciones relacionadas con la pandemia que circularon por ese país europeo “acabaron moviéndose por América Latina haciendo referencia geográfica o a determinadas personalidades”. Es decir, adaptándose.

Salaverría, quien también es coordinador general del observatorio de medios Iberifier, una plataforma que estudia la desinformación en la Unión Europea, apunta que los desinformadores suelen recurrir al “uso de plantillas” para ayudarse a crear o difundir un contenido que no es cierto. Así es más fácil la adaptación de un contenido que se ha viralizado, para que pueda ser utilizado también en otro contexto.

Por su parte, Roger Cuartielles, de la organización de alfabetización mediática Learn to Check, señala que el reciclaje de la desinformación se da porque esos mensajes “han demostrado ser eficaces” a la hora de viralizarse y desinformar. También habla de la adaptación al contexto que la rodea como clave para su ‘éxito’.

El reciclaje ocurre, según apunta, “porque hay una base que, en función del contexto la puedo adaptar a cualquier circunstancia” y se utilizan “cosas muy universales”. La desinformación, añade, "es camaleónica y va mutando para adaptarse al contexto, aprovecha huecos, modas para calar, y eso hace que se opte por el reciclaje porque es una manera de ir adaptándose”.

Ejemplos tenemos en elDetector. El 18 de octubre detectamos una desinformación sobre un falso accidente aéreo. El mensaje decía: “Luto nacional. Acaba de ocurrir un terrible accidente aéreo de un avión de pasajeros. No hubo supervivientes”. Y pedía pinchar en un enlace para ver las imágenes, pero llevaba a una web de compras. Las imágenes que acompañaban al texto eran, en realidad, de un accidente ocurrido unos cuatro años antes.

El 8 de diciembre encontramos un mensaje prácticamente igual. Afirmaba: “Luto Nacional. Acaba de ocurrir un terrible accidente aéreo de un avión de pasaje (sic). Hubo 1 solo superviviente. Aquí les dejo el link para que vean esta escalofriante tragedia”. De nuevo, un enlace a una web de compra e imágenes que no se correspondían con una catástrofe aérea actual ni grave. Había dos fotos, una vinculada con publicaciones humorísticas y la otra de un accidente de 2021 en el que solo hubo una persona herida.

En elDetector hemos identificado casos de reciclaje de desinformación relacionados también, por ejemplo, con unas supuestas operaciones gratis para personas con labio leporino y paladar hendido en un hospital militar del que no dan detalles, por lo que podría ser adaptado a cualquier país.

Se trata de una desinformación reciclada, pues una cadena con el mismo contenido –apenas varía en el saludo– ha sido difundida al menos desde 2014 en países de Latinoamérica, y ha sido desmentida desde 2016 en México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile y Argentina. Sin embargo, volvió a ser viral en abril de 2022.

Otro ejemplo de reciclaje fue la desinformación sobre una supuesta decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos en la que habría confirmado que las vacunas contra el covid-19 basadas en tecnología de ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna, causaban “un daño irreparable” en quienes las reciben. Aunque era falsa, ha estado circulando desde el inicio de la pandemia.

Cómo detectar si se trata de una falsedad

En una época en la que estamos tan expuestos a todo tipo de mensajes, debido a las redes sociales, saber identificar una desinformación o de quién fiarnos es un reto. Sin embargo, hay recomendaciones sobre las que los expertos consultados coinciden: dudar y preguntar, acudir a fuentes reconocidas y no compartir si no se está seguro de que el texto, la foto o el video recibido es auténtico.

Estos puntos forman parte de lo que se conoce como educación o alfabetización mediática: facilitar a la población conocimientos y herramientas para poder detectar si ese contenido que ha recibido es una desinformación o no. Así, agrega Cuartielles, no solo se está formando a una persona, “sino también a su entorno”. Y cuanta más conciencia social exista sobre el problema de la desinformación, “también habrá más dudas a la hora de compartir una cadena que nos hayan enviado”.

Salaverría, por su parte, reconoce la importancia de las herramientas, pero destaca que “uno de los asuntos clave” es la identificación de fuentes “dignas de crédito”.

“No puede ser que tenga igual peso la información de una reputada revista científica o de un experto en una materia que el primer tertuliano que aparezca en la radio diciendo cualquier barbaridad y que hoy te está hablando de volcanes, mañana de la crisis rusa y pasado del problema energético”, añade.

Esta realidad también se da con nuestros círculos más cercanos, comenta el profesor Magallón. Es el problema de la credibilidad que le damos a las fuentes de confianza frente a las fiables. Las primeras serían las formadas por nuestro círculo cercano: familiares y amigos. Las segundas, las que conforman expertos, organismos y organizaciones de reconocido prestigio en una determinada área.

Ante los mensajes de gente conocida, explica Magallón, “nuestro sistema de alerta se reduce frente a informaciones de medios de comunicación o determinadas voces de redes sociales”.

En la misma dirección advierte Salaverría: “Está comprobado que tenemos una mayor confianza en las personas más próximas, en las que forman parte de nuestros círculos próximos. Con ellos bajamos la guardia y solemos dar una mayor credibilidad a las informaciones que nos comparten, aunque sean fuentes no tan bien informadas sobre un determinado asunto en particular”.

Finalmente, cuando hemos recibido un contenido, compartirlo o no se reduce a una decisión personal. Y el consejo de Magallón es “muy claro” y es una máxima dentro del mundo de la verificación: “En caso de duda, no compartas”.

“Comprueba, verifica, pregunta. Porque sabemos que esos primeros segundos son cruciales para ayudar a viralizar o no esa posible desinformación. Si verificamos, seguramente este ecosistema de la desinformación que se ha creado verá reducido su impacto”, concluye.

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