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Cómo la Catrina se convirtió en el símbolo del Día de Muertos en México

La idolatría hacia la Catrina la ha convertido en el tótem nacional no oficial de México, quizá solo superada por la Virgen de Guadalupe.
Publicado 2 Nov 2023 – 05:42 AM EDT | Actualizado 2 Nov 2023 – 06:11 PM EDT
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El 13 de abril de 1944, miles de personas se enfrentaron con la policía en las escaleras del Instituto de Arte de Chicago.

El tumulto no tenía nada que ver con la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, ni con los disturbios laborales o la controvertida medida del presidente Franklin D. Roosevelt de hacerse con el control de las industrias locales de Chicago.

Más bien, una multitud impaciente por ver arte desbordó el aforo del museo, provocando el caos. Así de ansiosa estaba la gente por ver el estreno en Estados Unidos de una exposición titulada ' Posada: grabador para el pueblo mexicano'.

La exposición presentaba los grabados de José Guadalupe Posada, mexicano fallecido en 1913. Se exponían sus calaveras, las ilustraciones satíricas de cráneos y esqueletos que realizaba para el Día de Muertos y que imprimía en periódicos baratos de una sola hoja conocidos como volantes o panfletos.

Una calavera en concreto llamaba más la atención que las demás: la catrina, un cráneo que reía y llevaba un enorme sombrero de plumas. Un gran grabado de ella colgaba de la pared del museo. El público la veía en los materiales promocionales del museo. Incluso fue la portada del catálogo de la exposición. En México era prácticamente desconocida, pero la exposición en Estados Unidos convirtió a la catrina en una sensación internacional.

Hoy en día, 'La Catrina' es considerada la creación más notable de Posada. Es el icono del Día de Muertos, la fiesta anual en honor de los difuntos que se celebra entre los días 1 y 2 de noviembre. Su rostro se reproduce sin cesar durante la festividad. Su idolatría la ha convertido en el tótem nacional no oficial de México, quizá solo superada por la Virgen de Guadalupe.

Aunque algunos podrían suponer que siempre ha sido así, la catrina es en realidad un icono transcultural cuyo prestigio y popularidad son, a partes iguales, invención y accidente.

'La Garbancera' pasó desapercibida

Cuando Posada la grabó por primera vez en 1912, ni siquiera se llamaba 'La Catrina'. En el grabado original, es 'Calavera Garbancera', ya que ilustraba a una de las campesinas indígenas que vendían garbanzos en los mercados callejeros.

Posada la ilustró con un atuendo ostentoso para satirizar el modo en que las garbanceras intentaban pasar por mujeres de clase alta empolvándose la cara y vistiendo a la moda francesa. Así pues, ya desde el principio, la catrina era transcultural: una indígena rural que adoptaba costumbres europeas para sobrevivir en la sociedad urbana y mestiza de México.

Al igual que las demás ilustraciones de Posada, el folleto de 1912 se vendió por un penique principalmente a los hombres pobres y de clase trabajadora de Ciudad de México y sus alrededores. Pero 'Calavera Garbancera' no tenía nada especialmente significativo. Al igual que su creador, permaneció en el anonimato durante muchos años.

Posada murió arruinado y sin ser reconocido por su trabajo, pero sus ilustraciones tuvieron otra vida. Su editor las reutilizó para otros folletos en la década de 1920.


La 'Calavera Garbancera' fue reciclada, como otros personajes, ninguno especialmente digno de mención. Mientras tanto, nadie sabía realmente quién había hecho los carteles de calavera que se veían por la capital cada Día de Muertos.

Eso cambió a mediados de la década de 1920, cuando la obra de Posada llamó la atención del artista francés Jean Charlot, quien fue una figura destacada del Renacimiento Mexicano, ese estallido creativo de murales y obras de arte nacionalistas que se produjo tras la Revolución mexicana.

Charlot estaba enamorado de las ilustraciones de calavera que veía por Ciudad de México, pero tampoco sabía quién las había creado. Finalmente localizó al editor de Posada y comenzó a investigar sobre el grabador.

Charlot publicó artículos sobre Posada y dio a conocer sus calaveras a otros artistas e intelectuales del Renacimiento mexicano. Entre los más importantes se encontraban el pintor Diego Rivera y la crítica Frances Toor.

Rivera es, sin duda, el mejor artista de la historia de México. Sus épicos murales siguen siendo internacionalmente famosos.

Frances Toor, por su parte, fue una modesta intelectual judía que hizo carrera escribiendo sobre la cultura mexicana.

De 'La Garbancera' a 'La Catrina'

En 1925, Toor empezó a publicar Mexican Folkways, una popular revista bilingüe distribuida en México y EEUU con Diego Rivera como editor artístico.

Allí empezó a promocionar a Posada. En los números anuales de octubre y noviembre, Toor y Rivera publicaban grandes reimpresiones de las calaveras de Posada.

Sin embargo, en las publicaciones de Mexican Folkways la 'Calavera Garbancera' nunca estuvo entre ellas. No era lo suficientemente importante como para exhibirla.

En 1930, Toor y Rivera publicaron el primer libro de grabados de Posada, que se vendió en todo México y EEUU, pero tenía un nuevo nombre: 'Calavera Catrina'. Por razones desconocidas, Toor y Rivera eligieron este honorífico nombre, que se refería a ella como una dandi femenina. La calavera sería para siempre la catrina.

Su fama, sin embargo, no llegó realmente hasta el alborotado debut de Posada en el Instituto de Arte de Chicago en 1944. La exposición fue una colaboración entre el museo y el gobierno mexicano. Fue financiada y facilitada por una agencia especial de propaganda de la Casa Blanca que utilizó la diplomacia cultural para fortificar la solidaridad con América Latina durante la Segunda Guerra Mundial.


Este apoyo permitió que la exposición de Posada viajara y diera a conocer a 'La catrina'. Fue vista y promocionada en Nueva York, Filadelfia, Ciudad de México y otros lugares de México.

Más importante aún fue el catálogo de la exposición, cuya portada era el grabado de la catrina. Se vendió en todas las giras. También se distribuyeron copias gratuitas a destacados autores y artistas estadounidenses y mexicanos. Empezaron a escribir sobre 'La catrina' y a plasmarla en sus obras, popularizándola a ambos lados de la frontera.

'La catrina' se globaliza

En 1947, Diego Rivera inmortalizó aún más a la catrina cuando la convirtió en el centro de uno de sus murales más famosos, 'Sueño de una tarde dominical en el Parque Alameda'.

El mural retrata la historia del país desde la conquista española hasta la Revolución mexicana. La catrina se sitúa en el centro literal de esta historia, donde Rivera la pintó cogida de la mano de Posada a un lado y de una versión infantil de sí mismo al otro.

La fama de Rivera y el nuevo prestigio de la catrina inspiraron a artistas mexicanos y mexicano-estadounidenses a incorporarla también a sus obras.

Los artistas populares mexicanos empezaron a crear juguetes de cerámica, figuras de papel maché y otras artesanías que se vendían el Día de Muertos. Los mexicano-estadounidenses utilizaron una catrina en sus murales, pinturas y carteles políticos como parte del Movimiento Chicano, que luchó por los derechos civiles de los mexicano-estadounidenses en las décadas de 1960 y 1970.


La imagen de la catrina se utiliza ahora para vender cualquier cosa, desde cerveza hasta muñecas Barbie. Se pueden comprar disfraces de catrina hasta en Walmart. De hecho, los desfiles y concursos de disfraces de catrina son una tradición relativamente nueva del Día de Muertos en México y EEUU.

Algunas personas, como la 'Catrina Christina' de Los Ángeles, se disfrazan cada año para honrar a los difuntos en el Día de Muertos. Otros se disfrazan de catrina para aumentar su número de seguidores en las redes sociales o para ganar dinero.

Posada probablemente nunca esperó que su calavera femenina se hiciera tan famosa. Solo quería aplicar el humor tradicional del Día de Muertos para burlarse de las garbanceras extravagantemente vestidas que veía por la plaza central de Ciudad de México.

Ahora, durante el Día de Muertos, esa misma plaza central se llena de cientos catrinas que, por unos pocos dólares, posan para fotografías con turistas dispuestos a pagar por una experiencia cultural "tradicional" con un icono "auténtico" del Día de Muertos.

Posada, mientras tanto, probablemente se ríe en algún lugar del país de los muertos.

*Mathew Sandoval es profesor asociado de Cultura y Espectáculos en la Universidad estatal de Arizona.

Este reportaje se publicó originalmente en The Conversation, lee la nota original aquí.

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