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Justicia

La pareja afgana que acusa a un marine de EEUU de secuestrar a su bebé

La niña sobrevivió una acción de las fuerzas especiales de EEUU en que murieron sus padres y hermanos. Pese a que la Cruz Roja encontró a un primo que se hizo cargo de ella, un marine estadounidense insistió en adoptarla y, sus cuidadores denuncian, se las robó. Esta es la historia de un caso increíble.
Publicado 20 Oct 2022 – 10:38 PM EDT | Actualizado 21 Oct 2022 – 03:38 AM EDT
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En medio de la caótica retirada de las tropas estadounidenses el año pasado, una joven pareja afgana corrió hacia el aeropuerto de Kabul con su niña pequeña, aunque no eran sus padres biológicos.

La niña había sido rescatada dos años antes, cuando era un bebé de pocos meses, de los escombros que dejó una redada de las Fuerzas Especiales de EEUU en la que murieron sus padres y sus cinco hermanos. Tras meses en un hospital militar estadounidense recuperándose de las heridas, se la dieron a su primo, recién casado.

Pero con la llegada de los Talibán al poder, la familia partió hacia Estados Unidos buscando que la niña recibiera tratamiento médico adicional, con la ayuda del letrado del Cuerpo de Marines de los EEUU Joshua Mast.

Cuando, exhaustos, llegaron al aeropuerto de Washington DC, a fines de agosto de 2021, Mast los sacó de la línea de llegadas internacionales y los condujo a un oficial de inspección, según una demanda que presentaron el mes pasado.

Se sorprendieron cuando el marine presentó un pasaporte afgano para la bebé, pero mucho más cuando vieron el apellido impreso en el documento, eso los detuvo en seco: Mast.

Pronto perderían a su bebé. Cinco días después de que los afganos llegaran a Estados Unidos, dicen que Mast, con los documentos de custodia en mano, se la llevó.


La mujer afgana se derrumbó en el suelo y le suplicó al marine que le devolviera a su bebé. Su esposo dijo que Mast lo había llamado "hermano" durante meses; así que le rogó que actuara como tal, con compasión. Pero el marine había tomado la feroz determinación de traer a EEUU a una huérfana de guerra afgana, como un acto de fe cristiana para salvarla.

Eso fue hace más de un año. La pareja afgana no la ha vuelto a ver desde entonces.

Cartas, correos electrónicos y documentos presentados en la administración federal muestran que usó su estatus en las Fuerzas Armadas, apeló a funcionarios de alto rango de la administración Donald Trump y recurrió a los tribunales de pueblos pequeños para adoptar a la bebé, sin el conocimiento de la pareja afgana que la estaba criando a 7,000 millas.

La niña, que ahora tiene 3 años y medio, está en el centro de una maraña de al menos cuatro casos judiciales. La pareja afgana, desesperada por recuperarla, demandó a Joshua Mast y a su esposa Stephanie. Pero ellos insisten en que son sus padres legales y actuaron desinteresadamente para protegerla. Le han pedido a un juez federal que desestime la demanda.

La historia ha implicado a los departamentos de Defensa, Justicia y Estado, que han argumentado que el intento de quedarse con la custodia de un ciudadano de otro país podría dañar significativamente las relaciones militares y exteriores.

“Después de que se la llevaron, nuestras lágrimas nunca paran”, dijo la mujer a la AP. “En este momento, solo somos cadáveres. Nuestros corazones están rotos. No tenemos planes para un futuro sin ella. La comida no tiene sabor y el sueño no nos da descanso”.

Una niña rescatada de los escombros

La historia de la bebé está contenida en cientos de páginas de documentos legales y otros obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información, así como entrevistas con los involucrados, reunidas en una investigación de AP.

En una demanda federal presentada en septiembre, la familia afgana acusa a los Mast de encarcelamiento falso, conspiración, fraude y agresión. Han pedido a la corte que proteja su identidad por temor a sus parientes en Afganistán, y se comunicaron con AP con la condición de permanecer en el anonimato.

Los Mast califican las afirmaciones de la familia afgana “ataques escandalosos e inmerecidos” a su integridad. Y argumentan en documentos judiciales que han trabajado “para proteger a la niña de daños físicos, mentales o emocionales”. También dicen que la pareja afgana “no son sus padres legítimos” y el abogado de Mast puso en duda si los afganos estaban siquiera relacionados con la bebé.

Joshua y Stephanie Mast no han hecho nada más que asegurarse de que reciba la atención médica que necesita, a un gran costo y sacrificio personal, y brindarle un hogar lleno de amor”, escribieron los abogados de los Mast.

La identidad de la bebé se ha mantenido en privado, solo aparece como Baby L o Baby Doe. La pareja afgana le había puesto al bebé un nombre afgano; los Masts le pusieron uno anglosajón.

En Afganistán no existe la adopción como se conoce en Occidente

Aproximadamente seis semanas después de que la bebé fuera rescatada, la embajada de Estados Unidos convocó a una reunión a la que asistieron representantes de la Cruz Roja, el gobierno afgano y el ejército estadounidense, incluido Mast.

El Departamento de Estado quería asegurarse de que todos entendieran su posición: según el derecho internacional humanitario, Estados Unidos estaba obligado a hacer todo lo posible para reunir a la bebé con sus familiares más cercanos.

En la reunión, Mast preguntó sobre la adopción. Los asistentes del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de Afganistán explicaron que según la ley y la costumbre de su país, tenían que colocar al bebé con su familia biológica. Si eso no funcionaba, el Tribunal de Niños de Afganistán determinaría un tutor adecuado.

El concepto occidental de adopción ni siquiera existe en Afganistán. Según la ley islámica, el linaje de un niño no se puede cortar y su herencia es sagrada. En lugar de la adopción, un sistema de tutela llamado kafala permite a los musulmanes acoger a los huérfanos y criarlos como familia, sin renunciar al nombre o linaje del niño.

Las adopciones estadounidenses de Afganistán son raras y solo posibles para familias musulmanas estadounidenses de ascendencia afgana. El Departamento de Estado ha reconocido 14 adopciones estadounidenses de Afganistán durante la última década, ninguna en los últimos dos años.

Pero Mast estaba decidido y emprendió una batalla legal que incluyó llamamientos a políticos estadounidenses. Los Mast buscaron una solución al otro lado del mundo: en el condado rural de Fluvanna, Virginia, donde vivían.

Hicieron una petición al Tribunal de Relaciones Familiares y de Menores local, describiendo a la bebé como "apátrida recuperada del campo de batalla". A principios de noviembre de 2019, un juez les otorgó la custodia legal.

Los Mast querían que la niña fuera evacuada pero para entonces, cuando tenía unos 5 meses, la Cruz Roja había encontrado a su familia.

Funcionarios afganos le dijeron a la embajada de EEUU que el tío paterno de la bebé había sido identificado y decidió que se quedara a cargo de su hijo y su nuera, recién casados y sin hijos, jóvenes educados que vivían en una ciudad con acceso a atención de salud.

Pero Mast insistió, sin éxito, en tener a la niña alegando que era la hija de terroristas apátridas y que corría el riesgo de ser convertida en niña soldado, terrorista suicida o ser vendida a traficantes sexuales.

Mientras continuaba con sus batallas legales en EEUU se mantuvo al tanto de la situación de la niña, supuestamente, a través de Kimberley Motley, una abogada estadounidense y casi celebridad en Afganistán.

Cuando la niña tenía casi un año, le enviaron una foto de ella jugando y sonriendo en una piscina. En paralelo, los Mast consiguieron la adopción de la niña basada en que estaba “huérfana, indocumentada y apátrida”.

“Si tienes familiares allí que dicen, ‘no, no, no, queremos a nuestra hija, queremos a nuestra pequeña’, se acabó”, comenta Irene Steffas, abogada de adopción e inmigración. “No hay forma de que EEUU se enfrente a otro país cuando se trata de un niño que es ciudadano de ese país”.

Por su parte, Karen Law, una abogada de Virginia que se especializa en adopción internacional, señala que la ley estatal requiere que una agencia acreditada visite tres veces durante seis meses y compile un informe antes de que se pueda finalizar una adopción. El niño debe estar presente para las visitas, pero este bebé estaba a miles de kilómetros de distancia.

El Talibán llega al poder y lleva a la familia a huir a EEUU

En julio de 2021, Motley facilitó, con un intérprete, una llamada entre los familares de la niña y Mast, que les dijo que a no ser que la enviaran a EEUU para tratamiento iba a quedar “ciega, con daño cerebral o discapacitada permanentemente”.

Pero el primo y tutor de la niña, quien había trabajado en el campo médico, no creía que las quemaduras, la lesión en una pierna ni la misteriosa reacción alérgica que padecía supusieran una amenaza tan grande. Se negó a enviarla.

Pero más tarde, el Talibán tomó el poder. Mast contactó a la familia para que enviaran a la niña a EEUU y consiguió una visa para los tres. Y así emprendieron el viaje.


En Alemania, donde hicieron una parada, se encontraron con los Mast por primera vez, que intentaron llevarse a la niña alegando que sería más fácil que entrara al país con ellos. Pero los afganos no aceptaron.

Y cuando llegaron a EEUU, mientras explicaban a las autoridades migratorias que la niña era muy pequeña para tener documentos afganos, fue cuando apareció Mast con un pasaporte que tenía la foto de la niña en la piscina pero con otro fondo.

Mast les pidió que no comentaran lo del apellido en el pasaporte porque así sería más fácil que obtuviera cuidados médicos. Unos días más tarde, acompañado de alguien que dijo era una trabajadora social, Mast se llevó a la niña.

La familia afgana denuncia que le robaron a la pequeña. La mujer, embarazada de nueve meses, cayó en una profunda depresión, dejó de comer y beber. Tras dar a luz, incluso fue hospitalizada por el riesgo de suicidio.

La niña que tuvieron está a punto de cumplir un año, pero la familia sigue devastada por lo que les ha ocurrido. “No hay nada que celebrar sin ella, no hay felicidad aquí”, le dice a la AP el padre. “Contamos las horas y los días hasta que nos la devuelvan”.

Mast asegura que la adoptó legalmente. El destino de la niña está ahora en manos de la Justicia.

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