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Este es el cruce virtual de la frontera con México que Alejandro Iñárritu quisiera que Trump viviera

El premiado cineasta mexicano, que ganó un Oscar especial por esta instalación, ofrece en Washington a los usuarios vivir la dura experiencia de la travesía del migrante por el desierto en carne propia.
1 Abr 2018 – 08:54 AM EDT
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La experiencia virtual de un cruce fronterizo que Inárritu ofrece a todos, incluído el presidente Trump. Crédito: Chachi Ramirez- Legendary

A dos pasos del barrio de moda de Washington DC conocido como “H Street corridor”, una iglesia reconvertida es el espacio aprovechado por Carne y Arena, la instalación de realidad virtual del premiado cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu para su estreno en la capital estadounidense.

Los residentes locales deambulan, curiosos, frente a este moderno edificio de madera, intentando traducir al inglés las palabras en español Carne y Arena plasmadas en la fachada del edificio. La carretera separa la instalación de un centro comercial decaído y al lado se ubica un McDonald’s. Visto desde afuera, el concepto ya intriga.

Al entrar, te invitan a firmar una advertencia mientras ruge un ruido ensordecedor que hace vibrar no solo el suelo, sino tus neuronas también. Te avisan que esto no es para cardiacos ni embarazadas. Y tendrás que quitarte zapatos y medias.

Solo, entras a una pequeña sala estéril sin ventanas, donde decenas de zapatos usados de todo tipo están esparcidos por el suelo cubiertos de polvo por los miles de kilómetros que recorrieron: sandalias, zapatillas, botas vaqueras, zapatos de niño y hasta de tacón. Forman parte de un proyecto que busca visibilizar la muerte cada año de cientos de migrantes que tratan de cruzar el desierto entre México y Estados Unidos.

Pasan varios minutos. La luz es agresiva. Decides sentarte en un banco de metal en medio de la sala. Hace frío. Desde un altavoz te ordenan que coloques tus pertenencias en un casillero.

Eres juez y parte frente a esta instalación de arte que nos recuerda también que en el verano del 2013, más de 20 mil niños llegaron solos a Estados Unidos desde El Salvador, Honduras y Guatemala huyendo de la pobreza y la violencia. Ellos también se quejaban del frío del aire acondicionado en las celdas de detención temporal en la frontera. La imagen de estos menores envueltos en mantas de aluminio se nos quedó grabada a todos. Con razón los niños bautizaron estas celdas “la hielera”. A ellas siguen llegando hoy los niños no acompañados.

Aguardas sin saber lo que te espera.

Suena una alarma. Es tu turno. Entras a una amplia sala oscura donde sientes la arena en la planta de los pies. Te esperan con un visor y una mochila que tienes que cargar para el inicio de tu viaje sensorial.

"Un sueño lúcido"

De repente te encuentras en medio de un desierto. Te deslumbra la belleza del paisaje pero sientes la soledad en tus huesos. Y no sabes hacia dónde caminar. ¿En qué dirección estará la frontera?

Poco a poco se oyen murmullos y voces de personas lamentándose. A lo lejos se entrevén personas heridas caminando. Hay hombres, mujeres y al menos un niño. Entre ellos una pareja hablando una lengua indígena lleva en brazos un recién nacido. Deshidratados se van acercando a ti. De pronto se oyen gritos, disparos, un helicóptero, violencia, confusión… Y tú eres el protagonista de la escena.

“La obra está dentro de ti”, explicó a Univision Noticias el propio Alejandro González Iñárritu, director de la obra, en una entrevista telefónica.

En el mundo de la realidad virtual, no hay separación entre la obra de arte y el propio ser. Esta experiencia profunda es muy personal. Iñárritu la describe como “un sueño lúcido”.

Los personajes que te rodean están basados en personas reales. La mayoría son solicitantes de asilo provenientes de Honduras, El Salvador, México y Guatemala que el cineasta conoció en persona antes de invitarlos a escenificar momentos clave de su cruce fronterizo. Carne y Arena te permite verlos, escucharlos, acercarte a ellos, casi tocarlos.

Según el director de la obra, cada visitante reacciona de manera diferente a los eventos que se desarrollan a los 360 grados a su alrededor. Eres libre de participar o no. “Cada uno escoge”, dijo Iñárritu. “Algunos se sientan con los migrantes, otros se quedan paralizados detrás de un árbol…”

Como visitante de esta instalación de realidad virtual, te conviertes en protagonista de la pesadilla que representa para los migrantes. Compartes una “rebanada” de la vida del migrante. Para ti son solo seis minutos de terror y ya puedes volver a tu casa.

Pero para los migrantes y solicitantes de asilo que vinieron desde Tapachula, San Pedro Sula, San Salvador o Ciudad de Guatemala, el viaje duró no solo días, sino semanas. O hasta meses.

Muchos de ellos nunca llegaron.

¿Arte, política o voyerismo?

Aunque pasaron cinco años desde que ideó el proyecto, el estreno en el Festival de Cannes en mayo de 2017 coincidió con el cuarto mes de Donald Trump en el poder, en un contexto de “renacimiento de la xenofobia y el racismo”, dijo Iñárritu.

En un ataque al recién electo mandatario, el cineasta premiado ya por sus películas Birdman y El Renacido, dijo en su discurso de aceptación del Oscar especial que ganó en noviembre pasado por Carne y Arena, que la realidad de los inmigrantes “ha sido ignorada y cautivada por ideologías y definiciones que les niegan la posibilidad de ser comprendidos y amados”.

“El mayor enemigo de la realidad es la ideología”, puntualizó en esa ocasión.

Más allá de la política, para Iñárritu lo más importante en esta instalación es que la entendamos “con nuestro corazón”.

Así, la experiencia busca generar empatía y comprensión, y no voyerismo.

“Hay que entender las causas de los problemas. No solo los efectos. Hay gente dispuesta a dejarlo todo. Niños en situación de vida o muerte”, explicó el cineasta a Univision Noticias.

Esta exposición itinerante ya pasó por Milán, Ciudad de México y Los Ángeles. No se sabe si han pensado llevarla a zonas de la frontera o quizás a alguna comunidad que apoya a Trump.

Sin embargo, cuando esta reportera le preguntó a Iñárritu si había invitado al presidente de los Estados Unidos a ver la obra, su respuesta fue contundente: “No. Pero me gustaría mucho que fuera”.

En caso de que el presidente, o alguno de sus cercanos colaboradores, quiera hacerlo tiene hasta el 31 de agosto para verla en Washington, antes de que parta a su próximo destino, que por ahora es todo un misterio.

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