null: nullpx
Cartel Jalisco Nueva Generación

De cacería en África y en un Mundial de la FIFA: la lujosa vida del cuñado de ‘El Mencho’ hasta su arresto en Uruguay

Detalles inéditos sobre la vida de Gerardo González Valencia, un narcotraficante que es cuñado del jefe del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fueron expuestos en documentos judiciales antes de su sentencia en una corte de Washington DC. El gobierno ha pedido que lo condenen a cadena perpetua.
Publicado 9 Abr 2023 – 01:34 PM EDT | Actualizado 11 Abr 2023 – 12:32 PM EDT
Comparte
Cargando Video...

La tarde del 19 de abril de 2016, a Gerardo González Valencia le quitaron la careta de millonario que había llegado de México para abrir tiendas de conveniencia en Sudamérica. Policías de Uruguay lo arrestaron cuando recogía a sus hijos de la escuela. Este traficante se había mudado al Cono Sur del continente para vivir en paz con su esposa y sus tres hijos, lejos de la violencia en México que ha provocado su familia.

Las esposas que apretaron sus muñecas ponían fin a su vida llena de lujos, a los viajes al continente africano para cazar animales, uno de sus pasatiempos favoritos. Quedaría solo en su memoria el paseo con su familia a Brasil en 2014, para disfrutar los últimos partidos del Mundial de futbol de la FIFA. Su plan era ver las semifinales y la final del torneo, que disputaron Argentina y Alemania.

“Juanita, hermosa… Necesito que busques vuelos y estadías esos días. Igual busca un lugar donde quieras pasar tu cumpleaños para que reserves… Creo que vale la pena que vayamos con los niños… Ahí como tú veas. Besos”, le escribió en un correo electrónico a su entonces esposa, Wendy Amaral, la noche del 22 de mayo de 2014, pidiéndole que se encargara de los preparativos para ir a Brasil.

Varios detalles hasta ahora desconocidos sobre González Valencia, quien era uno de los líderes del grupo criminal Los Cuinis, brazo financiero del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fueron expuestos en un memorando de sentencia que sus abogados sometieron en una corte federal de Washington DC.

El documento incluye fotografías de safaris en África, de la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos y de sus tiendas en Argentina, así como itinerarios de viajes a varios países, emails y cartas en las que sus familiares suplican clemencia a la jueza que revisó su caso y lo sentenciará.

“Pido compasión para mi padre”, se lee en una misiva redactada por la hija mayor de González Valencia, de 18 años. Es “un buen hombre”, escribió a su favor la tía abuela de su esposa.

La sentencia contra Gerardo González Valencia

La sentencia de este narcotraficante de 45 años estaba prevista para este jueves, pero hasta ahora no hay registros de que se haya emitido. Él fue extraditado a mediados de 2020 y el pasado 22 de diciembre se declaró culpable de un cargo de conspiración para distribuir cinco kilos (11 libras) o más de cocaína. El gobierno acordó retirarle un cargo relacionado con la venta de metanfetamina.

Sus defensores legales le han sugerido a la jueza que su cliente que no reciba más de 16 años de prisión, afirmando que su participación en Los Cuinis fue efímera, limitada, no incluyó el uso de armas de fuego y concluyó en 2009, cuando se mudó a Argentina y Uruguay para comenzar "una nueva vida”.

Pero el Departamento de Justicia asegura que se trata de un criminal sanguinario que entregó rifles de asalto a los aliados del Cartel de Jalisco, ordenó al menos tres asesinatos, estaba en la cúpula de Los Cuinis y que operó una red de tráfico de drogas que se extendía a tres continentes.

“En la audiencia de sentencia, los testigos declararán que el acusado ordenó los asesinatos de al menos tres personas porque robaron cocaína de Los Cuinis, tenían deuda de drogas y/o estaban afiliadas a un cartel rival”, dice el gobierno en un memorando de sentencia.

“El objetivo del acusado era ganar la mayor cantidad de dinero posible mediante la distribución de drogas… Él actuó sin preocuparse por las vidas perdidas en la obtención de territorio para su operación de narcotráfico ni por las familias de las personas a las que ordenó matar”, agrega el documento.

A decir de los fiscales, “solo una cadena perpetua” evitaría que retome su reino criminal en México, donde lo espera su cuñado, Nemesio Oseguera Cervantes, el temido ‘Mencho’ y líder del CJNG.

La esposa de este capo, Rosalinda González Valencia, es hermana de ‘Lalo’.

La vida criminal del líder de Los Cuinis

En 1998, cuando tenía 20 años, Gerardo González Valencia se metió por primera vez en problemas legales serios. Lo arrestaron en Atlanta, Georgia, por posesión de metanfetamina con la intención de distribuirla. Fue declarado culpable y el 18 de diciembre de 1998 un juez le impuso una sentencia de cuatro años de prisión y un año de libertad supervisada.

En enero de 2001, mientras cumplía el tramo final de su castigo en una casa de transición en Oakland, en el norte California, pidió permiso para salir a buscar trabajo, pero nunca regresó. Solo le faltaban seis meses para que lo liberaran.

El gobierno dice que al volver a México se involucró de lleno en las actividades criminales de sus hermanos, Abigael y José González Valencia. El primero es el fundador de Los Cuinis y está preso en un penal de máxima seguridad de México; el segundo fue detenido en Brasil en 2017, lo extraditaron, en diciembre se declaró culpable de narcotráfico y ahora espera su sentencia.

La acusación afirma que ‘Lalo’ se dedicó al narcotráfico desde 2003 y hasta su arresto en abril de 2016.

En su declaración de culpabilidad él aceptó que invirtió su propio dinero para adquirir toneladas de cocaína en Colombia, que transportó a Centroamérica y México, para luego enviarlas a Estados Unidos y Europa.

También admitió que coordinó el trasiego de 4,000 kilos de esa droga en un narcosubmarino que fue interceptado por la Guardia Costera en el Pacífico el 21 de agosto de 2007. Aunque la embarcación se hundió, él logró recuperar unos 280 kilos de cocaína con la ayuda de buzos.


Los fiscales lo describen como un “inversionista” de cargamentos de narcóticos, uno de los cuales fue incautado el 16 de junio de 2009 en Puerto de Progreso, Yucatán, México. Eran unos 750 kilos de cocaína escondidos en tiburones congelados que tenían a EEUU como destino final.

Uno de los informantes del gobierno declaró que cada mes, durante más de un año, le entregó a ‘Lalo’ y a sus hermanos entre 500 y 700 kilos de cocaína. Otros cooperantes revelaron que éste compró 2,000 kilos del narcótico que transportaron por tierra desde Centroamérica a México, así como cargamentos de unos cien kilos que escondían en aeronaves comerciales que se dirigían a EEUU.

“Las declaraciones de los testigos demostrarán que el acusado participó en la distribución de miles de kilos de cocaína para su importación a Estados Unidos”, subraya el memorando del gobierno.

En el verano de 2013, las autoridades detectaron el último envío de González Valencia. En ese tiempo él y su hermano Abigael, alias ‘El Cuini’, acordaron comprar y transportar 500 kilos de cocaína desde Brasil, llevar la droga a un escondite del cartel y ubicar a sus trabajadores para ayudar con la distribución.

Los investigadores interceptaron las comunicaciones de un teléfono BlackBerry de ‘Lalo’, quien usaba el pseudónimo de ‘Silverio’. Pero sus abogados dicen que eso no confirma que él coordinó ese envío.

Los dos bufetes jurídicos que defienden a González Valencia explican que decidieron difundir las fotos personales de su cliente y los itinerarios de viajes que se realizaron desde 2008, para demostrar que éste no se escondía ni actuaba como líder de una organización criminal.


En 2009, supuestamente vendió su negocio de productos de higiene en México y reinvirtió las ganancias en la apertura de una tienda llamada ‘Corner Store’ en Buenos Aires, Argentina. El local funcionaba las 24 horas del día. Dos años después abrió una sucursal y ambos establecimientos atendían a unos 1,750 clientes, de acuerdo con sus defensores legales.

“En 2009, el señor González Valencia se abstuvo de involucrarse más en actividades ilegales y comenzó una nueva vida al mudarse a Argentina y abrir un negocio de tiendas de conveniencia”, señala el memorando firmado por los abogados Stephen Best, Rachel Wolkinson, Tiffany Lietz y Lilly Ann Sánchez.

En 2011, “se mudó con su esposa e hijos a Argentina (y luego a Uruguay) debido a las preocupaciones que tenía sobre la seguridad de su familia que reside en México”, agregan los litigantes, quienes subrayan que desde ese momento “ya no estuvo involucrado en ningún aspecto de la conspiración para distribuir cocaína, incluso en el aspecto financiero”.

La vida privada de un capo mexicano

Wendy Amaral, exesposa de este narcotraficante, relata en su carta que huyeron a Sudamérica “para vivir en un ambiente saludable lejos de la violencia en México y comenzar una nueva vida”. Se alejaban lo más posible del infierno que el CJNG ha desatado en regiones de Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Quintana Roo, Baja California y varios estados. También, creían ellos, del largo brazo de la DEA.

“Elegimos vivir solos, lejos de todo lo que habíamos conocido en México, con el propósito de darle a nuestra hija y dos hijos una vida diferente a la que teníamos”, dijo Amaral, de 42 años.

El capo y su familia se establecieron a principios de 2012 en Punta del Este, Uruguay. Sus hijos se matricularon en escuelas y jugaban fútbol después de clases. Los domingos asistían a una iglesia cercana, haciéndose pasar por una familia regular sin problemas con la justicia.

Amaral conoció a González Valencia en 2002 y se casaron poco después, cuando ella tenía 22 años. A pesar del violento negocio que desempeñaba su exmarido, ella lo describe como un hombre “muy tranquilo”, a quien le gusta leer, la historia y “una buena conversación más que salir”.

“Le encanta comer en casa y cocinar. Siempre ha sido muy curioso, siempre está buscando todo tipo de conocimiento. Solía reírse mucho. Recuerdo reírme mucho juntos en ese entonces. Él tenía esta energía contagiosa”, escribió ella en su carta.

Lo único que los hacía volver con frecuencia a Jalisco, relata, era el Hotelito Desconocido, un hotel boutique ubicado en Tomatlán, que en 2007 abrieron ella, su madre y su hermana. El negocio fue fichado por la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) al descubrir el vínculo que tenía con Los Cuinis.

“A veces viajábamos a México para vacaciones familiares y para visitar el Hotelito Desconocido. Recuerdo que tuvimos una fiesta de cumpleaños para mi hijo mayor allí en febrero de 2013”, contó.

‘Lalo’ fue fotografiado en ese lugar, durante el festejo de su hijo, de acuerdo con una imagen que sus abogados incluyeron en el memorando.


Poco antes de que se emitiera una acusación formal contra González Valencia en abril de 2016, él y su familia se fueron de vacaciones a Europa, África y distintos lugares de Sudamérica. En el verano de 2014, viajaron juntos a ver algunos partidos de la Copa del Mundo de la FIFA que se realizó en Brasil.

En julio de 2013, este traficante, su esposa y dos de sus hijos fueron de cacería a Botswana, en el sur de África. Ya habían viajado a ese continente en 2008 o 2009. ‘Lalo’ posó sonriente frente a los animales que mató a tiros, un leopardo y una gacela órice, uno de los mayores trofeos de los cazadores por los espectaculares cuernos en espiral del animal.

El gobierno de Botswana le otorgó un permiso a su nombre para practicar la caería en los safaris Johan Calitz, un sitio con lujosas cabañas que ofrece a sus visitantes pasear cerca de elefantes, leones, tigres, leopardos, hipopótamos, cocodrilos y jabalís.


“La frecuencia de estos viajes familiares de rutina hacia y desde México, y alrededor de Sudamérica y el mundo, es claramente inconsistente con la conducta de alguien que, según el gobierno, actuaba en ese momento como líder de una organización criminal”, subrayan sus abogados.

Mensajes relacionados con las finanzas de sus tiendas y fotografías de esos locales también fueron incluidos como evidencia de que supuestamente ya se había alejado del cartel.


“Hemos tenido un buen fin de semana de recaudación. Ayer, domingo, las ventas de ambos locales sumaron $30,000 (pesos). Nunca se recaudó tanto en un día festivo”, escribió uno de sus trabajadores en un correo electrónico con fecha del 26 de septiembre de 2011 y que recibieron González Valencia y su esposa.

Lo cierto es que su pasado criminal lo siguió hasta Sudamérica. Cuando lo detuvieron le encontraron 45 celulares, un teléfono satelital y 11 notebooks. Alcanzó a romper su iPhone antes de que le pusieran las esposas, para que la policía no pueda revisar su contenido.

Además, tenía varios documentos de identificación falsos, incluyendo un pasaporte mexicano y una credencial para votar de ese país con su fotografía, pero con el nombre de ‘Alonso Ibarra Torres’. Y poseía dos actas de nacimiento: una que indicaba que nació en California y otra decía es originario de Michoacán, México.

Aunque sus familiares esperaban que esta “travesía” en cárceles de Uruguay y EEUU le ayudara a retomar el camino del bien, el Departamento de Justicia dice que no fue así. Para demostrarlo compartió la copia de una nota periodística que informaba que el acusado amenazó de muerte al ministro del Interior de Uruguay al quejarse que lo “tuvieron desnudo con temperaturas bajo cero”.

“Si el ministro del Interior (Eduardo) Bonomi sigue mandando a sus guardias a torturarme, que busque el puente más alto del Uruguay, donde lo voy a colgar", se lee una declaración que firmó el capo.

La Fiscalía citó registros carcelarios proporcionados por el gobierno uruguayo, uno de los cuales indica que ‘Lalo’ aprovechó en octubre de 2019 un fallo en una cerradura electrónica para salir de su celda y al volver les dijo a dos guardias: “Esta noche los mataré”. Luego, en febrero de 2020, le arrojó cloro a un celador que hacía un control de rutina y, unos días después, amenazó con estrangular a otro oficial usando sus esposas.

“El largo historial de tráfico de drogas del acusado y su reiterado desprecio por la ley, incluso mientras estaba encarcelado, justifican una sentencia dura”, recomendó el gobierno. “Su experiencia con el sistema de justicia en este país y en otros lugares demuestra que el tiempo en la cárcel por sí solo no es un disuasivo adecuado… Por lo tanto, una cadena perpetua es apropiada”.

Gerardo González Mejía se encuentra en el Centro de Detención Alexandria, en Virginia.

Loading
Cargando galería
Comparte