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Con la campaña, ya todos hemos perdido

"Los mensajes proselitistas fueron una muestra nada grata de la cosecha de una realidad que se volvió palpable para los asesores de ambos bandos y de la cual, cada equipo a su estilo, quiso sacar provecho: en buena parte del electorado, es decir, de los ciudadanos mayores de edad de este país, está instalada una idea que, en sí misma -no importa desde qué acera se grite- es un riesgo altamente inflamable para la institucionalidad democrática".
Opinión
Periodista/especialista en narrativas de ficción y no ficción.
2022-11-02T17:01:39-04:00
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"Más que propuestas, las campañas se volvieron respuestas, reacciones". Crédito: Carlo Allegri / Reuters

Faltan pocos días para que concluya el proceso electoral de medio término, las elecciones para el Congreso de "midterms", como se conocen en Estados Unidos, y aunque incluso al saberse oficialmente los números finales no se podrá predecir lo que los elegidos serán capaces de llevar a cabo con el poder de su cargo, ya hay un resultado que han dado las campañas... Y es nefasto.

Los mensajes proselitistas fueron una muestra nada grata de la cosecha de una realidad que se volvió palpable para los asesores de ambos bandos y de la cual, cada equipo a su estilo, quiso sacar provecho: en buena parte del electorado, es decir, de los ciudadanos mayores de edad de este país, está instalada una idea que, en sí misma -no importa desde qué acera se grite- es un riesgo altamente inflamable para la institucionalidad democrática.

No sólo se trata de la desconfianza sembrada y utilizada por las campañas, según la cual el rival de enfrente esconde oscuras intenciones. Es peor. Los contenidos nos advirtieron que en el mercado electoral se ha vuelto una moneda de cambio común la idea de que el otro (el conservador, el liberal, depende del caso) impide, es una amenaza o una traición a la propia identidad de país, sistema de vida y principios nacionales que el grupo acusador sostiene.

En Estados Unidos, como en cualquier país occidental, hay pluralidad de ideologías, creencias y visiones del mundo. Pero nunca, al menos en las últimas décadas, había sido tan patente la creencia generalizada de que la llegada de algunos al poder supone la eliminación del ideario propio de país.

La idea, latente y a punto de carburación (este siempre fue un país polarizado) que Trump ondeó con desparpajo, la que desde el poder acusó a unos y a otros de inferiores, corruptos, criminales o idiotas, se legitimó en el sentir colectivo, y a dos años de su partida del poder, sigue siendo la lógica de la identidad estadounidense actual, al menos a decir por las campañas electorales.

El odio se ha vuelto normal. Y está justificado en que si el otro llega al poder, la vida, como la conocemos, se acaba. En un comercial de Marco Rubio, por ejemplo, se afirma con total simpleza que el triunfo de los demócratas "con su agenda radical" haría "perder el país", y lo compara con la Cuba de Castro.

Del lado demócrata, la lógica es la misma: en un mensaje del mismo Biden se afirma que hay que votar para impedir que los republicanos lleguen al poder, porque lo que está en juego es la democracia.

La rigurosidad de tales informaciones es otra discusión. Pero ninguno de los casos se exime de echar carbón caliente al incendiario debate en el que, más que visiones contrapuestas, se oponen discursos identitarios, en los que la existencia de unos amenaza la existencia de los otros.

Más que propuestas, las campañas se volvieron respuestas, reacciones. En lugar de encontrar en la búsqueda del voto un espacio para exponer ideas de progreso común, constructivas y convenientes para todos, cada parte se ha vuelto una negación de la otra. Su razón de existir es convencer a todos de que la otra parte es peligrosa, nos pone en riesgo, nos deja sin patria.

Es el triunfo de la antipolítica. Las instituciones aún existen, desde luego. Pero las realidades se conciben desde el lenguaje. Y ésta que se está construyendo no es nada democrática. Esta idea de que con reglas que nos permitan el respeto común, todos podemos ser libres en la diferencia, se ha hecho exigua, en el discurso. Si usted mira los mensajes de esta campaña, la conclusión no es que cabemos todos, sino que si unos quedan elegidos, los demás no tendremos espacio para vivir a plenitud.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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