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Yulia Navalnaya y el reto de mantener viva a la oposición en Rusia tras la muerte de Alexey Navalny

La muerte de Alexey Navalny llevó a su viuda, Yulia Navalnaya, a ponerse al frente de la lucha contra el régimen de Vladimir Putin, después de años eludiendo el foco mediático.
Publicado 25 Feb 2024 – 09:10 AM EST | Actualizado 25 Feb 2024 – 09:10 AM EST
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Yulia Navalnaya prefería evitar las cámaras y permanecer en un segundo plano mientras su esposo, el líder de la disidencia rusa Alexey Navalny, se convertía en el mayor enemigo del presidente Vladimir Putin.

Pero tras su muerte en prisión la semana pasada, subió a un escenario normalmente reservado para políticos de alto nivel en Múnich y prometió que Putin y sus aliados serían llevados ante la justicia. Más tarde, publicó un video en el que prometía solemnemente: “Continuaré el trabajo de Alexey Navalny”.

Fue una declaración ambiciosa de una mujer que una vez dijo en una entrevista con la edición rusa de Harper's Bazaar que su "tarea clave" era cuidar de los hijos y del hogar de la pareja. Muy lejos del nuevo trabajo que asume Navalnaya, liderar a la disidencia rusa en uno de los momentos más complicados y turbulentos de su historia.

La oposición a Putin está fracturada y la muerte de Navalny le asestó un duro golpe. La pregunta ahora es si Navalnaya puede aglutinar a los seguidores de su esposo y trabajar con otros grupos para montar algún tipo de desafío exitoso a Putin, quien está en camino de renovar su mandato en las elecciones presidenciales de marzo.

Navalnaya acusa a Putin de la muerte de su marido

Putin ha reprimido cada vez más la libertad de expresión y la disidencia dentro de Rusia, encarcelando a opositores y críticos.

Navalnaya tiene experiencia en enfrentarse al presidente ruso. Durante sus más de dos décadas de matrimonio, estuvo junto a Navalny mientras él ayudaba a liderar las mayores protestas en Rusia desde el colapso de la Unión Soviética. También lo apoyó en las posteriores sentencias de cárcel.

Ha acusado a Putin de matar a su esposo, una sugerencia que el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, desestimó como “infundada” e “insolente”.

Que la vida de Navalny corría riesgo en su regreso a Rusia desde Alemania tras recuperarse de un envenenamiento era algo que la pareja había “discutido extensamente” con su equipo cercano, según Vladimir Ashurkov, un viejo amigo de los Navalny y cofundador de la Fundación Anticorrupción de Navalny.

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Las últimas imágenes públicas de Alexei Navalny antes del anuncio de su muerte en la cárcel


Aun así, "fue una gran decisión" para Navalnaya lanzarse a continuar con el trabajo de su esposo. En su matrimonio, ella era “la roca” en la que confiaba Navalny. "Tenían un entendimiento" de que ella se mantendría fuera del centro de atención, dijo Ashurkov.

Navalny regresó a Rusia desde Alemania, sugirieron los analistas, porque sabía que sería difícil ser percibido como un líder legítimo de la oposición en el extranjero. Y aunque ella ahora enfrenta el mismo problema al tratar de liderar la organización de su marido desde el exilio, es poco probable que, por su seguridad, viaje a Rusia.

La oposición a Lukashenko en Bielorrusia, un ejemplo para Navalnaya

Poco después de que se conociera la noticia de la muerte de Navalny tuvo un encuentro con una mujer en una situación similar: la líder de la oposición bielorrusa Sviatlana Tsikhanouskaya.

Tsikhanouskaya tomó en 2020 el testigo político de manos de su marido, el líder de la oposición bielorrusa, Syarhei Tsikhanouski, encarcelado poco antes de unas elecciones presidenciales consideradas fraudulentas en Occidente.

"Nos entendimos sin palabras", dijo sobre Navalnaya. Tsikhanouskaya no tiene idea del estado de su marido, ni siquiera sabe si está vivo o muerto. "Es muy difícil sentir un dolor tan grande, pero hay que (...) dar entrevistas para alentar al mundo democrático a tomar medidas decisivas", dijo Tsikhanouskaya en una entrevista con AP.

La mujer lleva casi cuatro años operando desde el extranjero. Para ella, vivir en el exilio político es un desafío porque, afirmó, es "muy importante no perder la conexión con la gente del interior del país".

Eso será difícil, particularmente dentro de Rusia, donde la mayoría recibe sus noticias de los medios estatales controlados por el Kremlin.

Aunque era el líder de la oposición más famoso de Rusia (carismático y bromista, incluso mientras cumplía una condena de 19 años de prisión), Navalny casi nunca apareció en la televisión estatal, que sólo hizo una breve mención de su muerte.

Es probable que el Kremlin adopte el mismo enfoque con Navalnaya, aislándola efectivamente del pueblo ruso mediante un bloqueo de información respaldado por el Estado.

La invasión de Ucrania, una nueva excusa para reprimir a la disidencia rusa

Desde que Putin invadió Ucrania, el margen para la disidencia en Rusia se ha reducido aún más. Las autoridades rusas han endurecido las restricciones a la libertad de expresión y encarcelado a los críticos, a menudo gente común, a veces durante décadas. Cientos de personas que depositaron flores en memoria de Navalny fueron detenidas, y parece virtualmente imposible persuadir a los rusos para que adopten una postura pública colectiva contra Putin.

Si bien Navalnaya ha dominado titulares desde la muerte de su esposo, su desafío será "seguir siendo relevante" cuando el interés inevitablemente se desvanezca, dijo Graeme Robertson, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill y autor de un libro sobre Putin y la política rusa contemporánea.

Podría conseguirlo, sugirió Robertson, apoyando a los voluntarios y las redes políticas de Navalny en Rusia para ayudar mantenerlos “bajo tierra pero vivos”, además de elegir un objetivo en el que centrarse a corto plazo.

Al llegar el lunes a una reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Navalnaya no perdió tiempo en demostrar cómo podría ser ese objetivo (y su liderazgo en la organización de Navalny). Sentada junto al jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, pidió a los líderes occidentales que no reconozcan los resultados de las elecciones presidenciales de marzo, que sancionen a más personas del círculo de Putin y que hagan más para ayudar a los rusos que han huido al extranjero.

La Fundación Anticorrupción de Navalny ha creado titulares en los medios rusos independientes y occidentales con sus ingeniosos videos que convirtieron investigaciones de corrupción que de otro modo serían aburridas en éxitos en internet. Pero la organización no logró atraer un apoyo más amplio de la población rusa ni producir cambios políticos concretos, ni estableció una estrategia sobre cómo gobernaría.


Tsikhanouskaya, a quien varios países consideran la líder democrática de Bielorrusia, dijo que para ella era una prioridad construir instituciones democráticas y representar a los bielorrusos dentro de Bielorrusia. Eso incluye un gabinete de transición y plataformas donde “todos los partidos, todas las fuerzas estén representados”, dijo, aparentemente alentando a Navalnaya a hacer lo mismo.

Navalnaya podría ser la persona que uniera a la oposición rusa, conocida “por sus desacuerdos y riñas”, sugirió Ashurkov. "Tiene una reputación muy buena", dijo.

Las tareas que tiene por delante son desalentadoras y las afrontará mientras lucha por enterrar a su esposo. "Al matar a Alexey, Putin mató la mitad de mí, la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma", dijo. "Pero todavía tengo la otra mitad y eso me dice que no tengo derecho a rendirme".

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