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El covid-19 dejó grandes lecciones: el manejo de la viruela del mono sugiere que EEUU no las aprendió

El covid-19 era un enemigo mucho más difícil de vencer que la viruela del mono, pero, aun así, EEUU está perdiendo la batalla contra este otro patógeno y esta vez no tiene buenas excusas para justificarlo. Finalmente, el gobierno declaró una emergencia de salud pública nacional, pero muchos expertos se preguntan si lo hizo demasiado tarde.
Publicado 7 Ago 2022 – 10:54 AM EDT | Actualizado 7 Ago 2022 – 10:54 AM EDT
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La pandemia del coronavirus ni si quiera termina y Estados Unidos parece haber olvidado —o no haber aprendido— la lección: los mismos errores que se cometieron con el covid-19 se están observando con la viruela del mono.

Desde inicios de mayo cuando se detectó el primer caso confirmado en el país, los contagios se han disparado y la epidemia, ya declarada alerta de salud pública global por la Organización Mundial de la Salud, parece fuera de control.

A la fecha, Estados Unidos es el país con más casos confirmados de la viruela del mono en el mundo: alrededor de 6,600. Y la cifra se ha acelerado en los últimos días. Una semana atrás rondaba los 5,000.

El jueves finalmente la Casa Blanca declaró una emergencia de salud pública por la viruela del mono, lo que facilitará los procesos necesarios para controlarla. Es ahora cuando las autoridades instan a “cada estadounidense a tomarse con seriedad la viruela del mono”, como dijo el secretario de Salud, Xavier Becerra.

No obstante, hay quienes consideran que, de haber habido una respuesta más temprana, no se habría llegado a este punto en el que algunos expertos temen que la ventana para contener la viruela del mono se haya cerrado.

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Por suerte, la viruela del mono no es el covid-19: es menos mortal y contagiosa, sin contar que se trata de un virus conocido para el que ya se tienen vacunas y tratamientos.

Pero bajo ningún concepto hay que menospreciarlo y precisamente estos factores hacen que el panorama actual de esta otra epidemia en el país sea injustificable en el criterio de varios especialistas.

"Estamos en medio de una epidemia que hace semanas era contenible. Los retrasos, la incompetencia e indiferencia de este gobierno serán los culpables si la viruela del mono se arraiga en Estados Unidos a largo plazo”, alertó el epidemiólogo de la Universidad Yale Gregg Gonsalves en su cuenta de Twitter en julio, cuando la cifra de contagios iba por los 1,800, una fracción de los reportados actualmente.

¿Cuáles han sido los errores?

Pruebas de detección: "volando a ciegas" como con el covid-19

El primer problema para la viruela del mono fue el mismo que hubo durante los primeros días del coronavirus: la realización de pruebas.

Al comienzo, la capacidad de hacer pruebas de detección era tan limitada que los médicos tenían que racionarla a un pequeño grupo de personas (hombres que tienen sexo con hombres) y, como si no bastara con ello, para hacerlas había que acatar un complicado proceso burocrático ajeno para muchos proveedores médicos.

Sanjay Gupta, corresponsal médico de CNN, explica que ya los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) expandieron la disponibilidad de pruebas diagnósticas y que pronto se podrán procesar hasta 80,000 pruebas semanales, pero ahora están siendo subutilizadas por factores como estigma asociado a la enfermedad y falta de conciencia entre algunos médicos sobre la presentación del virus.

“Al principio, los médicos pasaron por alto los casos de covid-19 porque la definición de los CDC requería un viaje reciente al extranjero por parte de un paciente como requisito previo para la prueba. Ahora nos hemos centrado de manera similar en la identificación de señales y síntomas que justifiquen la prueba de la viruela del mono”, advierten en un artículo de opinión publicado en Bloomberg, Richard Danzig, investigador de Johns Hopkins, y James Lawer, codirector del Centro Global de Seguridad para la Salud de la Universidad de Nebraska.

Todo esto quiere decir que, al igual que en marzo de 2020, Estados Unidos ha venido, y hasta cierta medida sigue, “volando a ciegas", sin que haya una idea clara sobre la magnitud de la propagación del virus en el país, algo clave para contenerlo.

Hay vacunas y tratamientos contra la viruela del mono, pero insuficientes

Con la viruela del mono existe una gran ventaja que no hubo inicialmente con el covid-19: desde el comienzo de esta epidemia existen vacunas y antivirales efectivos en controlarla. Y, lo que es más: las vacunas pueden aplicarse de manera profiláctica incluso días después de la exposición al virus para reducir la aparición y severidad de los síntomas.

Estados Unidos tenía en su poder un lote que inicialmente distribuyeron a cuentagotas. Y no fue hasta junio que sus autoridades decidieron ordenar más a sus fabricantes. Distribuyó unas 300,000 dosis de la vacuna JYNNEOS en mayo y otras 786,000 dosis están siendo adjudicadas ahora. También ordenaron otros 5 millones para el 2023.

Sin embargo, expertos temen que la cifra siga quedándose corta en la ventana de tiempo necesaria para contener la propagación.

Por ahora los únicos elegibles son adultos con presunta o confirmada exposición al virus, incluyendo hombres que tienen sexo con hombres (que representan el 90% de los casos), trabajadores de salud en riesgo de exposición al virus e individuos que hayan tenido múltiples parejas sexuales en los últimos 14 días en una jurisdicción con alta transmisión de la viruela del mono.

Muchas personas que encajan con ese perfil no logran obtener citas para recibirla, lo que han demostrado las largas filas de gente en ciudades como Nueva York, que se ha convertido en el epicentro global de esta epidemia.

“Estamos lidiando con un suministro extremadamente limitado de la vacuna, ciertamente en comparación con la demanda o riesgo”, dijo a NBC News el comisionado de Salud de la ciudad de Nueva York, Ashwin Vasan.

“Sin amplia disponibilidad de vacunas no podrá ser contenido”, recalcó Michael Osterholm, en un editorial publicado en CIDRAP News.

También ha habido quejas de errores estratégicos de la distribución de estas vacunas a los estados. Inicialmente, los CDC las enviaban en función de la cantidad de hombres que tienen sexo con hombres y personas VIH positivo en cada lugar, pero eso impidió que llegaran en suficiente cantidad a aquellos estados con más casos confirmados, algo que finalmente ya corrigieron.

Distribuir estratégicamente las vacunas disponibles ha sido uno de los grandes retos.

En cuanto a los antivirales, uno llamado TPOZZ fue aprobado en 2018, aunque solo se justifica su uso en personas de alto riesgo a sufrir una enfermedad severa pues, afortunadamente, la mayoría de los pacientes pueden recuperarse satisfactoriamente sin tomarlos.

Pero para aquellos con lesiones sumamente dolorosas o más vulnerables a una enfermedad severa —aquellas con el sistema inmune comprometido por condiciones como VIH o eczema, niños y embarazadas—, el proceso para obtenerlo es sumamente engorroso debido a trabas burocráticas que a estas alturas no se solucionan.

“Solo para ponerlo en perspectiva, en mis conversaciones con algunos de nuestros proveedores de tratamiento, entre todos los formularios y requisitos administrativos, la visita de un paciente para iniciar el tratamiento puede demorar entre 1½ y tres horas”, dijo a CNN Mary Foote, directora médica de la Oficina de Preparación y Respuesta del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York.

Falsas premisas sobre la viruela del mono

Si bien es mucho lo que se sabe de la viruela del mono, la actual epidemia presenta rasgos que indican cambios en el virus: los síntomas no siempre siguen el patrón clásico y hay razones para pensar que hay variaciones en su transmisión.

“Nunca hemos visto una proliferación global de viruela del simio como esta. Los mecanismos de su propagación parecen ser diferentes a los de brotes anteriores y las presentaciones clínicas están lejos de ser clásicas”, advierten en su artículo de opinión Lawer y Danzig.

Pero alertan que “la orientación para los médicos y los funcionarios de salud pública de Estados Unidos sigue estando arraigada en la comprensión histórica del virus”. Algo similar a lo que ocurrió con el covid-19, que inicialmente se creyó no mutaría a alta velocidad pues era lo que se había visto con otros coronavirus, y cuya transmisión por aerosoles/aire se descartó inicialmente pese a que había evidencia que sugería lo contrario.

“En emergencias sanitarias, la comunidad científica debe adaptar su comportamiento para ser agresivamente agnóstica e inquisitiva, no puede conformarse con presumir que el pasado presagia el futuro”, alertan los especialistas.

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