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Poemas

Estos son los 10 poemas más bonitos del siglo XX para dedicar, ¿los conoces?

La poesía es capaz de aflorar diferentes sentimientos en todas las personas, desde tristeza, alegría hasta un profundo amor. Por ello, hemos recopilado los 10 poemas más bonitos para dedicar a tu pareja o seres queridos
18 Feb 2024 – 07:00 PM EST
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la poesía es, sin duda, una de las formas más hermosas y conmovedoras para expresas sentimientos. Los grandes poetas hicieron (y hacen) un gran trabajo al demostrar que las palabras son poderosas. Son capaces de hacernos llorar, reír y sentir que alguien más nos comprende. Estos son los poemas más bonitos del siglo XX, que te colmarán de amor, nostalgia y reflexión. Incluso puedes dedicarlo a tus personas más amadas. ¡Disfrútalos!

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10 poemas más bonitos que puedes dedicar

#1 Espejo de Sylvia Plath

Sylvia Plath (1932-1963) fue una poetisa estadounidense que escribió sobre la soledad, la ansiedad y sentimientos autodestructivos.

«Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios. Todo lo que que veo lo trago de inmediato tal como es, sin que me empañen ni el amor ni el disgusto. No soy cruel, soy sincero, el ojo de un pequeño dios de cuatro ángulos. La mayor parte del tiempo la paso meditando sobre la pared de enfrente. Es rosada, con manchas. Tanto la miré que me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias. Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez. Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí, buscando en mi extensión su verdadero ser. Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna. Veo su espalda y la reflejo fielmente. Ella me recompensa con lágrimas y agitando las manos. Soy importante para ella. Ella viene y va. Es su cara, cada mañana, la que reemplaza la oscuridad. En mí, ella ahogó a una muchacha, y en mí, una vieja se alza hacia ella día tras día, como un pez terrible».

#2 Me gusta mi cuerpo cuando… de E. E. Cummings

E.E. Cummings (1894-1962) fue un poeta estadounidense que se destacó por su uso poco convencional de la puntuación y las mayúsculas. Solía usarlas a su gusto.

«Me gusta cuando mi cuerpo esta junto al tuyo. Es algo tan nuevo. Mejores músculos y más nervioso. Me gusta tu cuerpo. Lo que hace, sus modos. Me gusta sentir la columna de tu cuerpo y sus huesos, y la tembladera –firme– delicadeza y de la cual vez y vez y vez besaré, me gusta besar esto y eso de ti, me gusta, lentamente acariciar, la pelusa chocante de tu piel eléctrica, y de lo-que-es que viene sobre tu carne abierta. . . . Y los ojos grandes de amorosas migajas, y posiblemente me gusta el encanto bajo el mío del tuyo tan nuevo».

#3 Canción de otoño en primavera de Rubén Darío en los poemás más bonitos para dedicar

Rubén Darío (1867-1916) nació en Nicaragua y experimentó con la estructura de la poesía. Es considerado como el líder del Modernismo.

«Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor. Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Y más consoladora y más halagadora y expresiva, la otra fue más sensitiva cual no pensé encontrar jamás. Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía... En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé... Y te mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe... Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; y que me roería, loca, con sus dientes el corazón. Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad; y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. ¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son, si no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón. En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro!».

#4 Romance de la luna, luna de Federico García Lorca

Federico García Lorca (1898-1936) es uno de los poetas y dramaturgos más famosos de España. Es uno de los escritores más destacados del siglo XX.

«La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño déjame, no pises, mi blancor almidonado. El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados. ¡Cómo canta la zumaya, ay como canta en el árbol! Por el cielo va la luna con el niño de la mano. Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. el aire la está velando».
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#5 Poema XX de Pablo Neruda

Fue un poeta chileno nacido en 1904. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1971. Es conocido por su poesía apasionada y política. Autor de uno de los poemarios más dedicados entre las parejas: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

«Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo».

#6 Se equivocó la paloma de Rafael Alberti

Rafael Alberti (1902-1999) fue un importante poeta español de la Generación del 27. Escribió poesía, teatro y prosa. Es conocido por su compromiso político y amor por el mar, reflejado en su libro “Marinero en tierra”. Exiliado tras la Guerra Civil Española, pero regresó a la madre patria luego de la muerte de Franco. Ganador del Premio Cervantes en 1983. También tuvo una carrera como pintor y nos deja uno de los poemas más bonitos del siglo XX para dedicar.

«Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era el agua. Creyó que el mar era el cielo que la noche la mañana. Que las estrellas rocío, que la calor la nevada. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón su casa. (Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama.)».

#7 Tú me quieres blanca de Alfonsina Storni

Alfonsina Storni (1892-1892) fue una poetisa argentina, cuyo trabajo fue influenciado en gran medida por su lucha contra el cáncer de mama.

«Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada . Ni un rayo de luna filtrado me haya. Ni una margarita se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, tú me quieres blanca, tú me quieres alba. Tú que hubiste todas las copas a mano, de frutos y mieles los labios morados. Tú que en el banquete cubierto de pámpanos dejaste las carnes festejando a Baco. Tú que en los jardines negros del Engaño vestido de rojo corriste al Estrago. Tú que el esqueleto conservas intacto no sé todavía por cuáles milagros, me pretendes blanca (Dios te lo perdone), me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡me pretendes alba! Huye hacia los bosques, vete a la montaña; límpiate la boca; vive en las cabañas; toca con las manos la tierra mojada; alimenta el cuerpo con raíz amarga; bebe de las rocas; duerme sobre escarcha; renueva tejidos con salitre y agua: Habla con los pájaros y llévate al alba. Y cuando las carnes te sean tornadas, y cuando hayas puesto en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada, entonces, buen hombre, preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta».

#8 Una rosa y Milton de Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges (1899-1986) fue y es una de las figuras más destacadas dentro de la literatura en español. Él fue escritor, poeta, traductor y ensayista.

«De las generaciones de las rosas que en el fondo del tiempo se han perdido quiero que una se salve del olvido, una sin marca o signo entre las cosas que fueron. El destino me depara este don de nombrar por vez primera esa flor silenciosa, la postrera rosa que Milton acercó a su cara, sin verla. Oh tú bermeja o amarilla o blanca rosa de un jardín borrado, deja mágicamente tu pasado inmemorial y en este verso brilla, oro, sangre o marfil o tenebrosa como en sus manos, invisible rosa».

#9 Te quiero de Mario Benedetti

Mario Benedetti (1920-2009) fue un escritor originario de Uruguay que es recordado por sus poemas de amor y su crítica social. Su poema "Te quiero" es ideal para dedicarlo a tu pareja.

«Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos».

#10 La hora de Juana de Ibarbourou

Juana de Ibarbourou (1895-1979) es una de las poetisas más reconocidas en Latinoamérica. Entre sus más grandes musas se encontraban el amor y la naturaleza.

«Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa. Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?».


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