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Cuba

Reinaldo Arenas en Nueva York: los días felices que no están en sus memorias

“La imagen del escritor exilado, solo, pobre y abandonado; muriendo de sida en un frío apartamento de Manhattan es muy conveniente a la dictadura cubana, pero no fue así”, asegura René Cifuentes, amigo del autor de Antes que anochezca. Un valioso archivo de fotografías, grabaciones de mensajes en la contestadora, postales y libros dedicados, entre otros objetos, está bajo custodia de la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami.
18 Nov 2020 – 03:57 PM EST
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Reinaldo Arenas en la entrada del edificio de Nueva York donde vivió sus últimos años. Crédito: Cortesía René Cifuentes

Oír la voz de Reinaldo Arenas, ver su rostro feliz en fotos con amigos, leer sus palabras de puño y letra en las dedicatorias de sus libros. Los espectadores de la charla ‘ Pluma y plumero: Palabras y papeles de Reinaldo Arenas’, dictada por René Cifuentes, pudieron descubrir una faceta más alegre, menos triste que la ofrecida en Antes que anochezca, uno de los libros más célebres del escritor cubano que murió en Nueva York en diciembre de 1990.

“La alegría de los primeros años en Nueva York tal vez no fue reflejada lo suficiente en sus memorias, dadas las circunstancias en que fueron dictadas. La imagen del escritor exilado, solo, pobre y abandonado; muriendo de sida en un frío apartamento de Manhattan es muy conveniente a la dictadura cubana, pero no fue así”, asegura Cifuentes, amigo cercano de Arenas durante la década de los 80.

Cifuentes cursó estudios en la Escuela Nacional de Instructores de Artes de Cuba, su país natal. Antes de llegar a Nueva York en 1980, estuvo preso en las cárceles cubanas durante tres años por querer abandonar la isla. Trabajó durante 18 años en el Museo de Arte Moderno (MoMA).

La charla dictada por Cifuentes, que fue transmitida por las plataformas Zoom y Facebook simultáneamente el pasado 12 de noviembre, formó parte del ciclo ‘El efecto Mariel: Antes, durante, y después’ organizada por la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami.

Arenas fue uno de los escritores emblemáticos de Cuba durante los 70 y 80. Estuvo preso acusado de homosexual (un delito para el régimen castrista) y por haber enviado, sin permiso de las autoridades, una novela al exterior. Fue uno de los refugiados que llegó a Estados Unidos en el éxodo del Mariel. Vivió los últimos 10 años de su vida en Nueva York.

Entre sus obras destacan: Celestino antes del alba, El mundo alucinante, La vieja Rosa, y El palacio de las blanquísimas mofetas, entre otros libros que fueron traducidos al inglés, francés y alemán.


Su libro de memorias titulado Antes que anochezca adquirió fama internacional debido a una película con el mismo nombre dirigida por Julian Schnabel. En ese film del año 2000, el actor español Javier Bardem interpreta a Reinaldo Arenas, un trabajo que fue bien valorado por parte de la crítica especializada.

Cifuentes fue uno de los grandes amigos de Arenas, muy cercano a él durante la creación y vida de la revista Mariel, que dio voz entre 1983 y 1985 a la cultura de los cubanos en el exilio. “Lo mejor que le pasó a la literatura cubana es que la revista Mariel cerrara porque le dio tiempo a Reinaldo Arenas para terminar su obra”, afirma.


Arenas publicó entre 1986 y 1990 los libros: Persecución, Necesidad de libertad, La Loma del Ángel, Voluntad de vivir manifestándose, y escribió sus memorias que fueron editadas póstumamente en 1992.

“Fue un hombre de una imaginación desbordante. Reinaldo todo lo convertía en un chiste”, dice Cifuentes. “En las postales me decía ‘niña adorada’ o ‘mujer’, pero cuando dedica sus libros lo hace a René Cifuentes, con una seriedad extraordinaria”, añade.

“Mi amor hacia Reinaldo es el amor a la libertad y la identidad sexual que representa. Para mi la libertad de Cuba puede ser importante, pero la libertad de un ser humano puede ser más importante”, asevera Cifuentes.

“Nosotros somos un grupo que dejamos a Cuba sin nostalgia. El grupo del Mariel es un grupo que sale de una isla después de estar encerrados. Nos fuimos mientras nos tiraban huevos y nos gritaban en actos de repudio. Hay una alegría de haber podido escapar”, aclara.

“Si una cosa teníamos los emigrados del Mariel es que éramos un grupo grande”, cuenta Cifuentes. “La última de nuestras reuniones felices fue en el Thanksgiving de 1988 en casa del pintor Gustavo Ojeda. En aquel momento todavía nos reíamos del sida”.

Cifuentes guarda en su memoria vívidamente la última vez que vio a Arenas. “Yo fui a buscar a Reinaldo a su apartamento, fuimos a ver una exposición de Gustavo Ojeda, quien había muerto recientemente. Él había sido nuestro primer amigo en Estados Unidos”.

Relata Cifuentes que ese día Arenas le obsequió un libro, pero viajaba inmediatamente hacia Los Ángeles y no tuvo tiempo de leerlo u hojearlo. Así que lo guardó en su casa. De la muerte de su amigo se enteró cuatro días después. “A René, antes del viaje, con todo el amor de un hermano, y toda la penas de un amigo del alma”, se lee en una dedicatoria fechada el 3 de diciembre de 1990. Arenas se quitó la vida el 7 de diciembre del mismo año.

Fotos de un paseo a las cataratas del Niágara, fotos en la playa, fotos del cumpleaños 40 de Arenas, fotos en las calles de Nueva York, fotos de un viaje a Miami. Decenas de fotografías que forman parte del archivo personal de Cifuentes; en el que también hay 64 grabaciones de mensajes en la contestadora con la voz de Arenas, libros dedicados, ejemplares de la revista Mariel, postales, y otros objetos que ahora están bajo el resguardo de la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami.

“Es un honor y privilegio ser los custodios de dicho archivo, cuya importancia histórica y riqueza de material, sin duda, tendrá una incidencia importante en la investigación futura sobre Arenas y la generación del Mariel”, explica la directora de la Cuban Heritage Collection, Elizabeth Cerejido.

“La vida le dio a Reinaldo algunos momentos malos, pero le dio la riqueza de la palabra, la riqueza de un cuerpo extraordinario y la riqueza de haber sentido cariño”, resume Cifuentes, testigo de los años de alegría en Nueva York de Reinaldo Arenas.


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