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Cárcel

Las mujeres que salen de prisión se enfrentan a enormes retos para reanudar sus vidas

Según el informe de 2023, aproximadamente el 25% de las mujeres están encarceladas por delitos relacionados con las drogas, frente al 12% de los hombres. Y Ohio, epicentro de la crisis de los opioides, es uno de los estados que ha experimentado el mayor incremento en el número de mujeres encarceladas.
Publicado 21 Abr 2024 – 12:21 PM EDT | Actualizado 21 Abr 2024 – 12:21 PM EDT
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En un frío y triste día de octubre, Heather C. Jarvis metió todo lo que tenía en una bolsa de basura de plástico y esperó a que empezara el resto de su vida.

Sentada en el vestíbulo del reformatorio para mujeres de Ohio, en Marysville, sonreía ansiosa mientras su terapeuta durante toda su estancia le decía que estaría bien, que estaba preparada para el mundo exterior.

Durante sus casi 10 años tras las rejas realizó un tratamiento contra abuso de sustancias, tomó un curso desarrollo profesional e incluso obtuvo un título universitario y tenía gente dispuesta a ayudarla al momento de salir de prisión. Cumplía con los requisitos para obtener una libertad condicional.

"A veces tengo tanto miedo de que no sea suficiente", dijo Jarvis a The Associated Press antes de su puesta en libertad, con la voz entrecortada.

El número de mujeres encarceladas en EEUU crece rápidamente

Jarvis, de 32 años es una de las más de 190,000 mujeres recluidas en algún tipo de cárcel en Estados Unidos hasta este año.

La cifra de mujeres recluidas creció más de un 500% entre 1980 y 2021, más del doble de la tasa de crecimiento de los hombres, según un informe de The Sentencing Project, una organización de investigación y defensa de las personas encarceladas.

El fuerte incremento se debe en parte al aumento de las penas y las sentencias mínimas obligatorias por posesión y tráfico de drogas que muchos estados han aplicado en las últimas décadas.

Según el informe de 2023, aproximadamente el 25% de las mujeres están encarceladas por delitos relacionados con las drogas, frente al 12% de los hombres. Y Ohio, epicentro de la crisis de los opioides, es uno de los estados que ha experimentado el mayor incremento en el número de mujeres encarceladas.

Según el Instituto Nacional de Justicia, los programas destinados a ayudar a las mujeres a permanecer fuera de la cárcel una vez que son puestas en libertad no han crecido al mismo ritmo.

"El encarcelamiento de mujeres creció muy rápidamente a principios de la década de 2000, pero hubo que esperar más o menos una década para que el sector reconociera realmente la brecha cada vez mayor entre los programas y servicios disponibles y el número de mujeres que los necesitan", afirma Wendy Sawyer, directora de investigación de Prison Policy Initiative, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación y la defensa de personas encarceladas.

Eso hace que el camino sea más difícil para las mujeres, que se enfrentan a retos diferentes a los de sus homólogos masculinos. Más de la mitad, por ejemplo, son madres de hijos menores, afirma el grupo.

"Las mujeres se enfrentan a los mismos obstáculos que los hombres en su reinserción: conseguir empleo, vivienda y transporte, y restablecer los vínculos familiares, pero con un nivel de dificultad adicional", afirma Sawyer. "Por ejemplo, la vivienda (...) a menudo obliga a las mujeres a elegir entre quedarse sin hogar o volver a situaciones de abuso, mientras que, por el contrario, muchos hombres vuelven a contar con apoyos femeninos: madres, esposas, novias".

También está la cuestión del sexismo.

"Una mujer implicada en un delito o en el consumo de drogas está más estigmatizada que un hombre", señala Linda Janes, directora de operaciones de Alvis, una organización sin ánimo de lucro con sede en Columbus que colabora con el Departamento de Rehabilitación y Correccionales de Ohio para ofrecer servicios de reinserción, como vivienda y asistencia laboral.

Una nueva oportunidad para reiniciar su vida

Jarvis es una de las afortunadas. En octubre fue puesta en libertad bajo "control transitorio" en un hogar proporcionado por Alvis, y ya ha encontrado un apartamento en el que vivir cuando termine su estancia allí.

Columbus está lejos de su ciudad natal, Parkersburg (en West Virginia), muy lejos de los amigos con los que se drogaba y de los familiares que sufrieron sobredosis o fueron a la cárcel mientras luchaban contra el abuso de sustancias.

En 2015, Jarvis se declaró culpable de robo con agravantes y homicidio involuntario después de que un amigo recibiera un disparo mortal de un hombre al que su amigo intentó obligar a sacar dinero de un cajero automático.

El hijo del hombre debía dinero a Jarvis y a su amigo, fondos que ellos necesitaban para alimentar su adicción a las drogas.

En Ohio, alguien puede ser acusado de asesinato si su cómplice muere mientras comete un delito o huye de él. La declaración de culpabilidad de Jarvis redujo sus cargos.

Ahora, tras cumplir su condena, está lista para empezar de nuevo. Tiene trabajo, asiste a la Universidad Estatal de Ohio para conseguir su título en trabajo social y hace poco le concedieron la custodia completa de la mayor de sus dos hijas, Adessa, de 17 años.

Pero su anhelo de estar con sus hijas la llevó a violar las condiciones de su puesta en libertad. Se mudó a su apartamento con Adessa, a pesar de tener prohibido vivir fuera de la vivienda de transición sin otro adulto.

La madre de Jarvis, que había sido autorizada a vivir con ella solo podía quedarse a tiempo parcial y denunció a su hija con su agente de libertad condicional. Estaba disgustada por la decisión de Jarvis de reconciliarse con el padre de su hija menor, Anna, de 11 años.

Así que ahora, Jarvis está de vuelta en Alvis. Mientras que Adessa y Anna viven con su abuela materna en Parkersburg.

Aún así, ella no se ha dado por vencida. Aunque no espera que Adessa regrese, está trabajando para conseguir la custodia compartida de Anna con el padre de ésta con la esperanza de que pronto puedan vivir todos juntos en Columbus.

Jarvis y Anna, que tenía 5 meses cuando la mujer ingresó en prisión, han ido tachando poco a poco una lista de cosas que hacer durante sus breves momentos juntas.

En ella se incluye comer Takis, un snack picante hecho de tortillas de maíz enrolladas, y, por primera vez en la vida de Anna, que Jarvis le cepille el pelo.

"Creo que ese fue el momento en que pensé: voy a ser su madre", dijo Jarvis.

También está asimilando su nueva libertad y el sobrecogedor número de decisiones que ahora tiene que tomar por sí misma: elegir lo que se pone, con quién habla por teléfono, qué compra con su propio dinero.

"Recuerdo lo extraña que me sentí al ponerme la ropa y mirarme al espejo", dice, recordando las lágrimas que brotaron su primera noche en Alvis. "Estuve un rato sentada frente al espejo intentando decidir si me reconocía".

Una dura realidad fuera de la cárcel

Hay otras situaciones en la vida diaria que incomodan a Jarvis, ya que la sociedad no siempre la acoge necesariamente con los brazos abiertos.

Un día se vio obligada a explicar a un empleado de Verizon que no tenía crédito para comprar un móvil porque llevaba casi una década en la cárcel.

Y justo cuando estaba a punto de empezar la orientación para un trabajo en un centro de tratamiento de adicciones en Columbus, su solicitud fue rechazada. Aunque nunca había hecho daño directamente a nadie, en su historial figuraba un delito violento, lo que la descalificaba.

"No importa lo que haga, (el delito) siempre va a ser violento", dijo Jarvis en un mensaje de vídeo, sollozando ante la cámara. "No soy una persona violenta".

Actualmente Jarvis ha conseguido un trabajo como camarera en un restaurante. El 20 de abril, por fin podrá mudarse a tiempo completo a un apartamento de dos dormitorios, un espacio con muebles donados. El dormitorio de Anna está decorado en tonos rosas y morados.

A medida que se acerca la fecha de su plena independencia como un tren que avanza a toda velocidad cargado de su vida pasada y futura, le cuesta separar la ilusión de la ansiedad.

Por ahora, sabe que las dos emociones tendrán que coexistir. Sentada en su apartamento durante la entrevista respira hondo.

"Estoy orgullosa de hacer lo que dije que iba a hacer", dice finalmente. "Soy la persona que pensé que sería, incluso en mis días malos".

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