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Tiroteos

La policía de Maine fue alertada hace semanas sobre "amenazas veladas" del atacante de Lewiston

El caso de Card es un ejemplo evidente de señales de alerta que fueron pasadas por alto y deja por ahora preguntas sin respuesta en torno a lo que el Ejército, la policía, los profesionales de la salud mental y los familiares pudieron haber hecho para evitar la masacre.
Publicado 29 Oct 2023 – 10:51 AM EDT | Actualizado 29 Oct 2023 – 10:51 AM EDT
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La policía de Maine había sido alertada el mes pasado sobre “amenazas veladas” por parte de un reservista del Ejército estadounidense que luego perpetró el peor tiroteo masivo en la historia del estado, que se suman a otras 'banderas rojas' que precedieron la masacre.

Dos jefes policiales locales dijeron a la agencia AP que, a mediados de septiembre, se envió una alerta a nivel estatal para estar atentos a Robert Card. Esto después de que el instructor de armas de fuego amenazó la base donde había entrenado y a compañeros reservistas. Hubo más patrullaje en la base y una visita a la casa de Card sin que hubiese señales de él, por lo que ahí quedó todo.

“Agregamos patrullas durante unas dos semanas (...) El tipo nunca apareció”, dijo Jack Clements, jefe de policía en Saco, sede de la base de la Reserva del Ejército de Estados Unidos donde entrenó Card.

El sheriff del condado de Sagadahoc, Joel Merry, cuya jurisdicción incluye la casa de Card en Bowdoin, dijo que la Reserva del Ejército avisó a su departamento en septiembre sobre las amenazas del reservista y que ellos alertaron entonces a todas las agencias policiales del estado después de que fueron a buscarlo a su casa y no lo encontraron.

“No pudimos localizarlo”, dijo Merry. El alguacil no pudo recordar si hubo algún seguimiento porque aseguró no tener en ese momento “ningún informe delante" de él.

Los funcionarios militares se negaron a hacer más comentarios sobre Card, específicamente si las amenazas transmitidas al sheriff en septiembre eran nuevas o las mismas que Card había hecho durante un ejercicio de entrenamiento cerca de West Point, Nueva York, en julio. Fue entonces cuando Card fue internado en un centro de salud mental durante dos semanas tras haberse comportado de manera errática y “escuchar voces y amenazas de disparar” contra la base militar, según la policía.

De acuerdo con las autoridades, Card, de 40 años, abrió fuego con un rifle de alto poder en una bolera y luego en un bar en Lewiston el miércoles por la noche. Mató a 18 personas e hirió a 13. Después de una búsqueda intensa de más de dos días, Card fue encontrado muerto el viernes por un disparo autoinfligido, según las autoridades.

El FBI dice no haber tenido a Robert Card en el radar

A pesar de las amenazas previas, el FBI dijo este sábado que Card no estuvo en su radar y declaró a AP que “no tenía ni recibió ningún consejo o información sobre Robert Card”. La agencia federal agregó que su sistema instantáneo de verificación de antecedentes “no recibió ni estaba en posesión de ninguna información que hubiera prohibido a Card la compra legal de armas de fuego”.

El caso de Card es un ejemplo evidente de señales de alerta que fueron pasadas por alto y deja por ahora preguntas sin respuesta en torno a lo que el Ejército, la policía, los profesionales de la salud mental y los familiares pudieron haber hecho para evitar la masacre.

Si bien Maine no tiene una ley de 'bandera roja', sí tiene una ley más limitada de 'bandera amarilla' que permite a la policía solicitar a un juez que retire las armas de fuego a una persona si un médico considera que esa persona es una amenaza.

El seguimiento de las fuerzas del orden a Robert Card

Por su parte, el jefe de policía de Saco, Clements, defendió la respuesta de su departamento a la alerta sobre Card, que describió como “algo genérico que salió de decir, 'oye, hemos recibido algún informe de que este tipo ha hecho algunas amenazas veladas'".

Según Clements, su departamento recibe muchas alertas de este tipo y sus agentes le prestaron la debida atención, vigilando la base en busca de cualquier señal de Card. "Nunca entré en contacto con ese sujeto, nunca recibí alguna llamada telefónica del centro de reservistas diciendo: 'tenemos a alguien causando un problema'", dijo. "Nunca tuvimos nada de eso", acotó.

Otra agencia policial que entró en contacto con Card fue la Policía del Estado de Nueva York, que el 16 de julio fue llamada en West Point por comandantes del 3er Batallón de la Reserva del Ejército que expresaron preocupación por lo que describieron como comportamiento "errático" por parte de Card y por las “amenazas a otros miembros de su unidad militar” durante un ejercicio de entrenamiento, según un documento obtenido por AP.

Agentes de la policía estatal llevaron a Card, un sargento de primera clase, al Hospital Comunitario del Ejército Keller, en West Point, donde estuvo dos semanas. No está claro qué hizo la policía del estado de Nueva York ante las amenazas de Card. La agencia se negó a comentar con AP sobre el caso y no respondió a una solicitud de informes o posibles imágenes de las cámaras corporales de sus interacciones con Card.

"Esta es una investigación activa y la Policía del Estado de Nueva York no comenta sobre investigaciones activas, ni investigaciones en las que no somos la agencia principal", dijo en un comunicado el viernes antes de que Card fuera encontrado muerto. Un portavoz de la policía estatal se negó a hacer comentarios este sábado.

Cómo se manejó la crisis de salud mental de Card

Jonathan Crisp, abogado del Ejército durante dos décadas antes de comenzar a ejercer la defensa penal, dijo que cuando miembros de la cadena de mando internan a soldados involuntariamente en centros de salud mental ello representa un evento “denunciable” según las regulaciones del Ejército.

Ello conlleva el requisito de alertar a otros. Un jefe de la policía militar debe ingresar el incidente en una base de datos militar que avisa al FBI para que pueda colocar el nombre en una lista de antecedentes de personas a las que se les impide comprar armas. “Si se lo llevaron y él no quiso ir y se negó a ser admitido, es pan comido”, dijo Crisp. "Eso debería haberse informado", agregó.

Pero el comisionado del Departamento de Seguridad Pública de Maine, Michael Sauschuck, dijo en una conferencia de prensa este sábado que, si bien Card tenía antecedentes de un potencial padecimiento mental, no había evidencia de que alguna vez hubiera sido internado involuntariamente. "Solo porque parece haber un nexo de salud mental con este escenario, la gran mayoría de las personas con un diagnóstico de salud mental nunca harán daño a nadie", dijo Sauschuck.

Jody Madeira, profesora de derecho de la Universidad de Indiana que ha estudiado las leyes sobre armas, dijo que la policía de un estado puede alertar a sus homólogos de otro estado de que alguien es un peligro y que el Ejército puede hacer lo mismo con la policía local.

Madeira dijo a AP que en este caso alguien no hizo bien su trabajo, porque las amenazas de Card y la evaluación médica debieron haber provocado que le incautaran sus armas al regresar a casa bajo la ley de 'bandera amarilla' descrita más arriba. “Se escapó por las grietas (del sistema) (...) Hubo señales de advertencia", añadió.

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