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Desplantes a Biden y alfombra roja para Xi Jinping: cómo Arabia Saudita mira a China tras las rupturas con EEUU

La marcada diferencia en el trato que Arabia Saudita dio a Joe Biden y Xi Jinping deja atrás los años en los que el país árabe era uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región y su mayor proveedor de petróleo.
Publicado 9 Dic 2022 – 05:16 AM EST | Actualizado 9 Dic 2022 – 05:16 AM EST
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En medio de una pomposa alfombra roja, fuegos artificiales, la firma de decenas de acuerdos comerciales y una extravagante expresión de amistad, el presidente de China, Xi Jinping, fue recibido en Arabia Saudita en un viaje que ha desatado comparaciones por el fuerte contraste del trato que se dio al presidente Joe Biden en la región meses atrás.

A diferencia de los homenajes y convites para el mandatario chino, cuando el estadounidense viajó a Riad, la capital del país árabe, el verano pasado, no se dieron los agasajos tradicionales entre dos socios de larga data.

No hubo la fanfarria ni los bailes de espada ni las bolas iluminadas de cuando Trump visitó el reino en 2017.

El príncipe heredero Mohammed bin Salman se mostró serio y apenas se saludaron con un choque de puños, a diferencia de las inusuales declaraciones de amistad que marcaron la visita de Xi esta semana, que culminó con la firma de importantes acuerdos petroleros.

El viaje de Biden, presionado por los altos precios de la gasolina tras el inicio de la guerra de Rusia en Ucrania, apenas se saldó con un acuerdo limitado en la producción de petróleo que estuvo muy por debajo de las demandas de Estados Unidos. Incluso, meses después, Arabia Saudita deshizo el acuerdo y volvió a reducir su producción.

La fría postura deja atrás los años en los que Arabia Saudita era uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región, gracias a que el país norteamericano era su mayor comprador de crudo.

Ahora, la situación ha cambiado al punto que los estados del Golfo están tratando de recalibrar su política exterior a medida que Estados Unidos también dirige su atención a otras partes del mundo.


La guerra de Rusia contra Ucrania y la postura de endurecimiento de Occidente en el conflicto, ha contribuido al enfriamiento de las relaciones e impulsado a los países árabes a un entendimiento con China.

El momento también beneficia al país asiático en su búsqueda por posicionarse como el principal socio comercial del golfo Pérsico y expandir su huella geopolítica.

Además, busca asegurar el abastecimiento de más petróleo ahora que comenzó a relajar las duras restricciones que impuso por la pandemia de covid-19, luego de una serie de protestas por sus políticas.

Por qué se distanciaron Arabia Saudita y EEUU

Hace más de 20 años, los líderes de China no eran bien vistos en Arabia Saudita, que se proclamaba como anticomunista y era un fiel aliado de Estados Unidos, cuando Washington era su mayor consumidor de petróleo.

Actualmente, China se ha convertido en su mayor cliente y socio comercial: las exportaciones a China superaron los $50,000 millones el año pasado, más del 18% de las exportaciones totales del reino, según datos publicados por CNN.

Este cambio en la relación comercial también provocó un cambio en el comportamiento de EEUU hacia sus aliados árabes: en 2016, la administración del expresidente Barack Obama firmó un histórico acuerdo nuclear con Irán y dejó de lado a sus aliados árabes en la región, los enemigos de Irán desde hace mucho tiempo.


La disminución de la tolerancia de Estados Unidos hacia el estilo autocrático de gobierno del Golfo y su pobre historial de derechos humanos también comenzó a ser un problema. Uno de ellos fue el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Estambul en 2018, tras lo cual, Occidente decidió congelar las relaciones con el príncipe heredero Mohammed bin Salman.

Esas situaciones llevaron los países del Golfo Pérsico a intensificar su política de mentalidad independiente y abrirse camino sin Estados Unidos.

A inicios de este año, los líderes del Golfo dejaron intacta su relación creciente con Rusia tras su invasión a Ucrania, lo que impidió un esfuerzo internacional para aislar a Moscú. Ahora parece que el desarrollo de las relaciones es similar con China.

Una nueva era de relaciones, sin EEUU

Como parte la nueva era de relaciones, durante esta última reunión el rey saudí, Salman bin Abdulaziz al Saud, y el presidente chino, Xi Jinping, firmaron un " acuerdo de asociación estratégica integral", que establece reuniones entre ambos jefes de Estado cada dos años y abarca proyectos conjuntos en política, economía, tecnología, ciencia y cultura.

Además, la nueva relación está a solo un paso del máximo nivel de confianza que otorga el gigante asiático a otro país en cuestión de alianzas internacionales y permite a China ganar influencia en la región árabe.


También firmaron seis memorandos de entendimiento con los que se comprometieron a poner en marcha iniciativas en ámbitos como energía del hidrógeno, inversión directa, asuntos civiles y económicos, enseñanza del idioma chino y vivienda.

La estancia de Xi en Arabia Saudita también contempla cumbres con países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), integrado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait y Omán.

De acuerdo con el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, se trata del "evento diplomático más grande y de más alto nivel" entre China y el mundo árabe desde la fundación de la República Popular China.

Además, más allá de las compras de petróleo de China, su experiencia en construcción también podría aprovecharse para la ciudad futurista de Neom en el Mar Rojo, planificada por el príncipe Mohammed por un monto de $500,000 millones.

Las empresas de construcción chinas han trabajado en otros lugares de los países árabes del Golfo Pérsico, en particular en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.

Arabia Saudita, hogar de la Meca, el lugar más sagrados del Islam, también ha brindado cobertura política a China por sus duras políticas hacia los uigures y otras minorías musulmanas. Más de un millón han sido enviados a centros de detención, obligados a denunciar el Islam y jurar lealtad a Xi y al partido.

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