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El circo trumpista en CNN

"Los medios de comunicaciones, la prensa, no pueden darse el lujo de actuar como simpatizantes de un narcisista maligno sin poner en peligro nuestra convivencia pacífica, nuestra democracia y nuestras libertades individuales. Su deber es estar alertas, exponer con esmero e integridad sus falsificaciones y excesos y hacer todo lo ética y periodísticamente justificable para evitar que reconquiste el poder con la intención de quedárselo indefinidamente, como hizo Trump tras su derrota de 2020".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2023-05-16T14:20:21-04:00
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"Los medios de comunicaciones, la prensa, no pueden darse el lujo de actuar como simpatizantes de un narcisista maligno...". Crédito: Evan Vucci/AP

Como al que no quiere caldo, le dan dos tazas y hasta tres e incluso más, el mayor narcisista maligno en la historia de la política estadounidense vuelve a acaparar la atención nacional.

Eso es lo que hacen, por supuesto, los narcisistas cuando se les da cuerda. De modo que sería demasiado fácil culpar a Donald Trump de que eso esté ocurriendo de nueva cuenta. Lo interesante es entender el papel que otros desempeñan en esta desgracia que una vez más se cierne sobre la gran democracia norteamericana en la que muchos nos hemos refugiado, precisamente, luego de escapar de otros narcisistas malignos con poder en nuestros países de origen – ellos también favorecidos por las masas en sus inicios como depredadores.

Uno de los factores que impulsan el fenómeno antidemocrático que encarna Trump son sus facilitadores. Y abundan. Los autócratas nunca surgen ni se consolidan por generación espontánea, sino con complicidad. Hoy quiero referirme principalmente a la cadena CNN que durante años ha contado con mi respeto y con la cual he colaborado en el pasado en debates presidenciales que coauspició la Cadena Univisión.

La semana pasada CNN puso al aire uno de los foros más vergonzosos y contraproducentes para la democracia estadounidense en reciente memoria. Enfrentó en él a la joven periodista Kaitlan Collins no solo con Trump, sino con una audiencia integrada por simpatizantes y potenciales simpatizantes del autócrata que le reían sus payasadas, exabruptos e insultos mientras se mofaban de los comentarios y rectificaciones de la entrevistadora.

No entra en el reino de las posibilidades que los jerarcas de CNN ignorasen que Trump convertiría en un circo romano ese ejercicio camuflado como periodismo. Lo sabían. Vaya si lo sabían. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.

Apenas un día después de que un jurado de Nueva York lo declaró responsable de abusar sexualmente y difamar a la escritora E. Jean Carroll, Trump dijo con desfachatez “no conozco a esa mujer” y la llamó “loca” (a wack job). Mintió constantemente sobre su derrota electoral en 2020, repitiendo denuncias de fraude que han desacreditado una y otra vez la prensa y las cortes de justicia.

Exhortó a los legisladores republicanos a conducir al país a la bancarrota, sin importarle un bledo las consecuencias para millones de estadounidenses vulnerables. Justificó con orgullo de sicópata su cruel política de separación de familias inmigrantes, la cual negó cuando inicialmente la reportamos los medios. Y se jactó de que le pondría fin en un día a la guerra de Rusia en Ucrania, sin confesar, por supuesto, que lo intentaría gracias a su turbia relación con el carnicero del Kremlin, Vladimir Putin.

En una democracia abierta y combativa como la nuestra, la prensa debe informar sobre todos los aspirantes a la presidencia. Pero en el caso de Trump, un exgobernante inepto, atrabiliario y golpista, tiene el deber fundamental de cubrirlo con firmeza y perspicacia, sin caer en los guiños ni las complicidades. CNN abdicó de esa responsabilidad en el foro de la semana pasada y se convirtió en su facilitador ante una audiencia televisiva de más de tres millones de personas, según las mediciones de Nielsen.

Como todos los narcisistas malignos, Trump es un encantador de serpientes. Muchas de las personas que lo siguen de manera incondicional lo hacen porque se le parecen en algo y se sienten maravilladas de que alguien como ellas pueda haber llegado tan lejos en la política de la democracia más influyente del mundo. Esto no quiere decir que padezcan todos los vicios del empresario devenido político. Eso es imposible. Pero se le asemejan lo suficiente como para aplaudir o apañar sus mentiras, su racismo, su xenofobia, su machismo, su prepotencia y su ignorancia de la constitución, las leyes y la historia de la nación. De las simpatías retorcidas de muchas personas se han alimentado siempre todos los tiranos que en el mundo han sido.

Los medios de comunicaciones, la prensa, no pueden darse el lujo de actuar como simpatizantes de un narcisista maligno sin poner en peligro nuestra convivencia pacífica, nuestra democracia y nuestras libertades individuales. Su deber es estar alertas, exponer con esmero e integridad sus falsificaciones y excesos y hacer todo lo ética y periodísticamente justificable para evitar que reconquiste el poder con la intención de quedárselo indefinidamente, como hizo Trump tras su derrota de 2020.

En el foro televisado Trump demostró “que él es quien era”, como escribió el veterano y agudo analista del Washington Post, Dan Balz. CNN, lamentablemente, demostró que no es lo que era en los momentos cruciales en que Trump y sus secuaces pusieron en grave peligro nuestra apreciada democracia.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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