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Especuladores con dinero ajeno

"La banca es uno de los negocios que más privilegios recibe del Congreso y del gobierno. Lo menos que pueden esperar sus millones de clientes es que sus dueños y gerentes se ganen esos privilegios con un comportamiento prudente y eficaz, lo contrario de lo que muchos han venido haciendo hasta ahora. Cada crisis es una nueva oportunidad de exigírselo a las buenas o a las malas".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2023-03-27T11:29:02-04:00
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"Desde el gobierno hacia abajo los expertos procuran calmar a los depositarios, la inmensa mayoría de los cuales son gente trabajadora...". Crédito: Benjamin Fanjoy/AP

La semana pasada presencié un conato de pánico entre ahorristas en un banco. Querían sacar sus depósitos de inmediato sin atender a las explicaciones que les daban empleados azorados por la pequeña avalancha de clientes protestones. No podríamos culpar ni a unos ni a otros. Quince años después de una de las mayores crisis bancarias en Estados Unidos y el mundo, nuestra banca nacional vuelve a tambalearse. Y por las mismas razones. No importa que muchos expertos, y del gobierno, nos digan lo contrario para calmar inquietudes que han provocado los de siempre.

La desregulación bancaria que comenzó en la era de Ronald Reagan provocó la crisis de bienes raíces y bancos entre 2007 y 2010. Cientos de miles de personas perdieron sus viviendas. El valor neto de las familias estadounidenses se redujo en casi 13 millones de millones de dólares (13 trillion en inglés). Los precios de las viviendas se desplomaron 30%. La bolsa perdió la mitad de su valor. Los desalojos forzosos estuvieron a la orden del día. Y algunas víctimas de esta debacle se suicidaron.

Saltemos 15 años hasta llegar al momento actual. Los bancos Silicon Valley, de California, y Signature, de Nueva York, se fueron a pique. El gobierno federal intervino para rescatarlos. Hoy se anuncia que el First Citizens Bank adquirirá los activos de SVB y honrará los depósitos de sus clientes. Bancos de mediano calado, como el First Republic, se estremecen. Algunos perdieron parte significativa de su valor en el mercado bursátil. Y desde el gobierno hacia abajo los expertos procuran calmar a los depositarios, la inmensa mayoría de los cuales son gente trabajadora que ha confiado en los bancos – y los reguladores federales de los bancos – para que resguarden el fruto de lo que ganó con el sudor de su frente.

Ahora, como hace 15 años, la codicia y la irresponsabilidad de ejecutivos bancarios se combinó con la ignorancia y la imprudencia de los políticos para provocar la nueva crisis. En 2018, legisladores republicanos y demócratas suavizaron la Ley Dodd-Frank que protegía a los consumidores para garantizar que los bancos nunca más quebraran en masa y arrastraran en su quiebra a millones de inocentes. El entonces presidente Trump firmó la medida temeraria que habían promovido, precisamente, los dirigentes bancarios, incluyendo los del Silicon Valley Bank y Signature Bank.

Se nos dice que en lo que respecta a la crisis bancaria, 2023 no es lo mismo que 2008. Pudiera ser. Todos deseamos que la sangre no llegue al río esta vez. Pero si no llega ahora, pudiera llegar pronto a menos que se tomen medidas drásticas. Una sería fortalecer de nuevo Dodd-Frank. Esa ley estipulaba un escrutinio estricto de 250 mil millones de dólares en los depósitos de los bancos. Pero el Congreso y el gobierno de Trump redujeron el escrutinio a solo 50 mil millones de dólares. Es indispensable revertir cuanto antes esa reducción.

En la actualidad, los bancos reciben casi toda su liquidez de los depósitos de sus clientes y los negocios que realizan, muchos de los cuales implican serios riesgos. Algunos economistas llevan tiempo recomendando que el Congreso y el gobierno les exijan recaudar más capital de sus inversionistas originales. Una cantidad que se baraja desde que estalló la actual crisis es 20%. Esta precaución aumentaría la liquidez de los bancos y los haría menos vulnerables a los retiros masivos de depósitos, como los que se producen en cada crisis bancaria.

La Reserva Federal tiene la misión elemental de regular a los bancos. La actual crisis sugiere que se durmió en los laureles de nuevo. Alguien debería despertarla. Pero, en última instancia, el gobierno no puede ser el único encargado de que los bancos actúen con prudencia. Esa tarea corresponde también a sus principales ejecutivos y accionistas.

Los accionistas deberían velar por el dinero que invierten en los bancos cerciorándose de que lo confían a ejecutivos experimentados y responsables, no a puros especuladores con el dinero ajeno. Y de alguna forma habría que vincular los salarios y bonos de los ejecutivos a una gestión seria y sensata. En la actualidad sucede exactamente lo contrario. Mientras más riesgos corren con el dinero ajeno, más se les recompensa con salarios y bonos astronómicos. La senadora demócrata, Elizabeth Warren, ha explicado cómo los bonos para los gerentes del SVB se dispararon cuando se embarcaron en una campaña para adquirir bienes riesgosos.

La banca es uno de los negocios que más privilegios recibe del Congreso y del gobierno. Lo menos que pueden esperar sus millones de clientes es que sus dueños y gerentes se ganen esos privilegios con un comportamiento prudente y eficaz, lo contrario de lo que muchos han venido haciendo hasta ahora. Cada crisis es una nueva oportunidad de exigírselo a las buenas o a las malas.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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