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La migración como tragedia

"Con estas muertes se apagan los sueños de libertad y prosperidad de miles y miles de individuos y familias cada año. Sucede con escalofriante regularidad porque quienes pudieran evitarlo carecen de la imaginación y el deseo de plantearse la emigración como un fenómeno social constructivo".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2023-04-03T10:36:05-04:00
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"La actitud oficial de rechazo a la migración no la impide ni la frena". Crédito: Fernando Llano/AP

Lo raro en el mortal incendio en un albergue de migrantes en Ciudad Juárez, México, es que no pase con mayor frecuencia. Por lo menos 39 personas de distintas nacionalidades murieron calcinadas y 27 sufrieron quemaduras de diversos grados. Y se impone la pregunta de cuántos migrantes más tendrían que morir para que los gobiernos den un paso decisivo hacia la civilización y frenen y encaucen la migración irregular y desordenada.

No estoy seguro de que se lleve la cuenta de los migrantes que perecen en la estampida desde África y el Medio Oriente hacia las costas de Europa. Pero en los cruces entre México y Estados Unidos y el llamado Tapón del Darién en Panamá murieron 6,900 personas entre 2014 y 2022, según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM). El estimado no abarca a otra cantidad indeterminada de víctimas que sucumben anualmente en las aguas turbulentas del Pasaje de la Mona, entre República Dominicana y Puerto Rico, ni tampoco a los cubanos que desaparecen en la riesgosa travesía desde la isla hasta Florida.

Con estas muertes se apagan los sueños de libertad y prosperidad de miles y miles de individuos y familias cada año. Sucede con escalofriante regularidad porque quienes pudieran evitarlo carecen de la imaginación y el deseo de plantearse la emigración como un fenómeno social constructivo que estimula el desarrollo sostenido de los migrantes y las comunidades que los reciben, a las que suelen llevar múltiples habilidades y un enorme afán de trabajo, entrega y dedicación.

Por regla general, los migrantes fortalecen los mercados laborales y enriquecen la diversidad cultural y étnica de los lugares a los que arriban. Pero para entenderlo así y aprovecharlo debidamente se necesita tener una perspectiva positiva de la inmigración. Lamentablemente, en la práctica sucede todo lo contrario. Los líderes de los países que más migrantes producen los consideran parias, desafectos y hasta traidores. No mueven un dedo para ayudarles en sus aspiraciones migratorias y a menudo les hacen bien difícil el abandonar su tierra. Y los líderes de las naciones que los reciben suelen tratarlos como un grave problema que se debe combatir a toda costa mediante leyes a veces arbitrarias, persecución, deportación o cárcel.

La actitud oficial de rechazo a la migración no la impide ni la frena. Todo lo contrario. Lo que en realidad hace es desalentar la migración regular y ordenada y alentar la riesgosa y caótica, como la que causa el constante desamparo de miles de personas en los pueblos fronterizos entre México y Estados Unidos y situaciones extremas en las que se producen confrontaciones violentas y mueren migrantes, como sucedió en Ciudad Juárez.

Los gobiernos de los países que generan estampidas deberían promover la educación, las oportunidades de trabajo, el estado de derecho y la libertad. Esto reduciría la emigración y la convertiría en una opción para sus ciudadanos en vez de una necesidad imperiosa como es desde hace tiempo. Pero la verdad es que no lo harán a menos que se lo exijan mediante una estrategia coordinada y firme los países que más migrantes reciben y las organizaciones internacionales como la OEA, la ONU y otras.

A su vez, los países receptores deberían colaborar en un programa humanitario que promueva la inmigración legal y ordenada. Una estrategia así necesariamente obligaría a aumentar las cuotas migratorias de naciones como Estados Unidos, Canadá y otras que necesiten mano de obra extranjera para fortalecer sus mercados laborales en sectores que lo necesitan, como el agrícola, el industrial, el tecnológico y el de servicios. La cooperación regional reduciría al mínimo los efectos de la inmigración desordenada, ayudaría a los migrantes a estabilizarse en sus nuevos hogares y contribuiría al desarrollo sostenido de las comunidades receptoras.

La tragedia de Ciudad Juárez es un nuevo y doloroso llamado de alerta que debería sacudir el sopor con que los dirigentes regionales tratan el imparable éxodo de una decena de países. De continuar con esa actitud, habrá, tristemente, muchas más desgracias que lamentar. La alternativa deseable y posible es explorar el potencial que tiene la migración de contribuir al desarrollo socio económico de nuestros países y de quienes desean emigrar. Es una labor que exigiría promover el bienestar de los migrantes, observando a la vez normas civilizadas de respeto a los derechos humanos tanto de aquellos que emigran como de quienes los acogen en sus comunidades.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial

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