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¿Rivales o aliados de Trump?

"Los republicanos que aspiran o planean a aspirar a la nominación presidencial de su partido se comportan, no como rivales, sino como aliados estrechos de Trump. Busquémosle tres patas a ese gato. Tuvieron la oportunidad de distanciarse moral y políticamente de un precandidato que va de escándalo en escándalo...".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2023-04-10T11:24:07-04:00
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"...En lugar de enfatizar sus diferencias con ese personaje se dedican borregamente a apoyarle e imitarle". Crédito: Phil Sears, Alex Brandon/AP

Uno pensaría que en la caja de valores morales de quienes se proclaman conservadores no habría espacio para defender los pagos a una actriz pornográfica, una modelo nudista y un portero para que no revelasen relaciones extramaritales. Pero ya vemos que no es así, como deja más que claro el caso de Donald Trump.

Prácticamente todos los republicanos, con o sin ambiciones presidenciales, se unieron en su defensa ante el encausamiento que le hizo el fiscal general de Manhattan por hacerle pagos, presumiblemente con fondos de campaña política, a Stormy Daniels, a la conejita de Playboy Karen McDougal y al portero que sabía demasiado. Y quienes pensábamos que el conservadurismo era otra cosa quedamos rascándonos la cabeza.

Los republicanos que aspiran o planean a aspirar a la nominación presidencial de su partido se comportan, no como rivales, sino como aliados estrechos de Trump. Busquémosle tres patas a ese gato. Tuvieron la oportunidad de distanciarse moral y políticamente de un precandidato que va de escándalo en escándalo, enfrenta un proceso criminal por hacer pagos de dudosa legalidad y varias investigaciones por tratar de cambiar los resultados de las elecciones presidenciales en Georgia y por incitar a la violencia homicida en el Capitolio. Pero en lugar de enfatizar sus diferencias con ese personaje, se dedican como borregos a apoyarle e imitarle.

Nikki Haley, la primera republicana después de Trump en proclamar su precandidatura presidencial, dijo que el proceso en Manhattan “es más sobre revancha que sobre justicia”. El exvicepresidente Mike Pence, quien un día parece que aspira y tres que no, señaló que “el pueblo estadounidense verá esto como un ejemplo de criminalización de la política”. El senador Tim Scott, quien disimula que aspira, atacó al fiscal del caso con la falsedad de que “no encarcela a delincuentes violentos”. El casi precandidato, Chris Sununu, gobernador de Nuevo Hampshire, esgrimió el mantra de moda de que la acusación de sobornar a una actriz porno “creará muchas simpatías” al acusado. El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, repitió ese mantra y se permitió la ironía de que no sabe lo que es pagar por el silencio de una actriz pornográfica. Y solo el buenazo de Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas, se acercó a una crítica al subrayar que “Trump debería abandonar (la campaña)” ahora que ha sido imputado.

Lo más peregrino del caso es que estos “rivales” de Trump dieron sus veredictos días antes de conocer los cargos concretos que se le hacían. La razón es simple: les tienen miedo pánico a Trump, porque aniquila con exabruptos y calumnias las carreras políticas de republicanos que se cruzan en su camino, y también a los millones de votantes que lo idolatran, su famosa o infame – escoja el lector - base popular.

Dicen que el vergonzoso comportamiento de sus “rivales” partidistas sorprendió incluso al propio Trump. Un aliado le pidió que les diera las gracias por defenderle. Pero Trump se negó. Sencillamente los considera malagradecidos o traidores que no merecen su consideración. Y a ninguno detesta más que a DeSantis, aparentemente porque cree que puede hacerle sombra en las primarias. Trump insulta al gobernador de la Florida con una andanada de apodos: Tiny D, Ron DeEstablishment, RonDeSantimonius, Shutdown Ron, DeSoros, RonDeSanctus, entre otros. Sus aliados han invertido millones en anuncios de televisión en su contra. Y dice que, de no ser porque él apoyó su candidatura a gobernador en 2018, DeSantis estaría “trabajando en un bufete, una tienda de tabaco o una pizzería”.

La pusilanimidad de los “rivales” republicanos de Trump demuestra su incapacidad de convencer a millones de votantes republicanos de que dejen de apoyarle. Creen que Trump podría asesinar a balazos a un inocente en la Quinta Avenida de Nueva York y lo seguirían respaldando, como él mismo advirtiera jactancioso en 2016. Al parecer, los consideran parte de un culto y no de un movimiento político conservador, como el que ellos desean encabezar. Y no se atreven a confrontar al gurú del culto.

El problema es que, si no lo confrontan, tampoco podrán impulsar sus aspiraciones y su campaña. Los donantes republicanos se impacientan. Están ansiosos por encontrar una alternativa a Trump porque quieren ganar una elección presidencial y disfrutar de los privilegios de la victoria. Pero esa alternativa no aparece. Y tampoco creen que Trump pueda imponerse en una contienda general en la que voten demócratas e independientes.

La imputación de Trump en Manhattan y las otras investigaciones que encara no tienen precedente en la historia de la presidencia de Estados Unidos. Pero, contrario a lo que piensan sus seguidores y “rivales” republicanos, esos tejemanejes legales no son halagadores ni positivos para el expresidente. Poco a poco minarán su capacidad de enfrentarse a Joe Biden u otro contendor demócrata en la elección general de 2024. Tal vez entonces muchos conservadores se rascarán la cabeza como hoy lo hacemos quienes tratamos de entender por qué persiste el culto a Donald Trump.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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