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El 'dumping' de migrantes en navidades

¿Es tan difícil reconocer la humanidad de aquellos que llegan a nuestro país huyendo de la miseria, la explotación y los abusos, como en su día llegamos muchos de nosotros y los antepasados de todos los estadounidenses, y actuar en consecuencia? No, no lo es. Pero la politiquería se interpone en el camino.
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2022-12-26T13:31:27-05:00
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"Su arribo en la víspera de Navidad coincidió con la peor tormenta invernal en la región en décadas". Crédito: HERIKA MARTINEZ/AFP via Getty Images

Eran 130 hombres mujeres y niños que llegaron el sábado, en mangas de camisa, camisetas y blusas, tiritando de frío, en tres autobuses frente al Observatorio Naval en Washington, la residencia oficial de la vicepresidenta Kamala Harris. Formaban parte del más reciente “ migrant dumping” o vertido de migrantes que realiza el gobernador republicano de Texas, Gregg Abbott. Su arribo la víspera de Navidad coincidió con la peor tormenta invernal en la región en décadas, desastre que habían pronosticado los expertos con días de antelación.

El cruel vertido de migrantes que realizan Abbott y sus colegas republicanos Doug Ducey, de Arizona y Ron DeSantis, de la Florida, en diversos estados y ciudades, se afinca en el populismo que practican los tres. A primera vista su objetivo es contrarrestar la afluencia irregular de migrantes por la frontera sur. Así lo describen ellos a menudo, incluyendo DeSantis, cuyo estado no tiene frontera con México ni padece los mismos retos migratorios que Texas y Arizona. Pero ninguno confiesa en público su motivación profunda: azuzar el miedo a la inmigración para polarizar a los estadounidenses entre buenos – blancos no hispanos, cristianos, nativos – y malos que en principio somos todos los demás, especialmente los inmigrantes recientes, miembros de minorías, liberales y todos aquellos que no comulgamos con su política del miedo y divisionismo.

El migrant dumping republicano tiene tristes antecedentes históricos en Estados Unidos. Uno de los más infames fue la deportación de decenas de miles de irlandeses a su país de origen y a Gran Bretaña a fines del siglo XIX. Un número indeterminado de personas murieron por las condiciones infrahumanas en que se produjo su expulsión, cuyo propósito entonces, como ahora, era explotar políticamente los temores e inseguridades de los nativistas a esos humildes recién llegados.

Entre 1929 y 1939, durante la Gran Depresión, un millón de mexicanos fueron “repatriados” a las malas.

Una diferencia importante es que los gobernadores republicanos hoy practican el dumping de migrantes dentro del país. Los arrojan, principalmente, en estados que gobiernan demócratas porque, como buenos populistas, no los consideran legítimos rivales políticos, sino enemigos a los que hay que combatir, derrotar y humillar. DeSantis hizo su dumping de venezolanos en Massachusetts. ¿Ignoraba que lo gobierna un miembro de su partido, Charlie Baker? Como quiera que fuera, se ha visto obligado a frenar la demagógica estrategia porque enfrenta investigaciones y demandas.

Huelga decir que, de no ser por el populismo de moda entre extremistas – los hay también a la izquierda del espectro político - y su secuela de polarización, sería posible trabajar de forma bipartidista para ofrecer remedios blandos a los desafíos que plantea la inmigración. Dan un ejemplo inspirador activistas cívicos como los integrantes de la Red de Ayuda y Solidaridad con los Migrantes. Decenas de ellos sacrificaron sus navidades para llevar con urgencia abrigos, comida caliente y orientación a los que llegaron a la capital el fin de semana. “D.C. sigue siendo un lugar de acogida”, declaró su líder Amy Fischer. “Ya sea en la Víspera de Navidad, haya frío polar o calor afuera, siempre estamos dispuestos a darles la bienvenida a las personas con los brazos abiertos y a asegurarnos de que tengan una cálida recepción en esta comunidad”. Mientras escribo esta columna, algunos procuran identificar puestos de trabajo – entre los casi siete millones disponibles en el país – para algunos de los recién llegados.

¿Es tan difícil reconocer la humanidad de aquellos que llegan a nuestro país huyendo de la miseria, la explotación y los abusos, como en su día llegamos muchos de nosotros y los antepasados de todos los estadounidenses, y actuar en consecuencia? No, no lo es. Pero la politiquería se interpone en el camino. Los extremistas venden el desprecio y el odio a los extranjeros porque creen que hacerlo es más fácil y barato para la gente que ofrecerle soluciones humanitarias.

Caer en las trampas retóricas y politiqueras de los extremistas impide buscar soluciones razonables que a un tiempo protejan a los estadounidenses y respeten la esencial humanidad de los migrantes. Los políticos extremistas, advierte Moisés Naim en su magistral La revancha de los poderosos, ”utilizan la identidad (nativista) como una forma de sembrar la discordia, de enfervorizar y de movilizar a la gente para reclutar seguidores”. Lo más grave es que, al hacerlo, nos embarran a todos con su deshumanización de los extranjeros y con su comportamiento inmoral.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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