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The Conversation

¿Es este el Congreso menos productivo de la historia de EEUU?

El trabajo de Mike Johnson frente a la Cámara de Representantes se ha hecho aún más difícil por la continua reducción de la mayoría republicana y la polarización entre los dos partidos complica encontrar un acuerdos legislativos.
Publicado 9 Abr 2024 – 12:17 PM EDT | Actualizado 9 Abr 2024 – 12:22 PM EDT
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Una vez más el Congreso de Estados Unidos fue noticia por las razones equivocadas.

En los últimos meses, numerosos medios de comunicación han calificado la 118ª legislatura del Congreso como posiblemente la menos productiva en la historia de la institución. En 2023, el Congreso solo aprobó 34 proyectos de ley, la cifra más baja en décadas.

Tras meses de retrasos y medidas provisionales, el Congreso solo pudo aprobar recientemente un proyecto de ley presupuestaria que mantendrá abierto el gobierno hasta el otoño de 2024.

Como resultado, el mazo del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, parece pender de un hilo una vez más, a medida que los republicanos conservadores se rebelan por su apoyo al proyecto de ley.

Las advertencias de los medios de comunicación y de algunos miembros del Congreso sobre la falta de productividad del Legislativo carecen a menudo de contexto y suelen ser engañosas, por ello profundizaremos en las cifras y veremos lo que la ciencia política tiene que decir al respecto.

¿Qué hace que el Congreso sea productivo?

Históricamente, existe una variación significativa en la cantidad de trabajo legislativo que el Congreso hace cada año. Hay algunos factores bien conocidos que influyen en esto y todos ayudan a explicar por qué en 2023 no era probable que el Congreso destacara por su productividad.

Un factor obvio es el control partidista del Congreso y la presidencia. Si el Senado, la Cámara de Representantes y la presidencia están controlados por el mismo partido, suele haber más acuerdo político entre ellos, lo que facilita la aprobación de proyectos de ley.

Tanto demócratas como republicanos disfrutaron de lo que los politólogos como yo llamamos control de "gobierno unificado" durante los primeros años más productivos de los mandatos de Joe Biden, Donad Trump y Barack Obama.

También hay pruebas de que los años electorales estimulan más, y no menos, la productividad legislativa.

Los miembros del Congreso se conocen mejor en el segundo año de su mandato, han prescindido de muchos de los deberes ceremoniales que dan comienzo al periodo de sesiones y los miembros están ansiosos por mostrar su trabajo legislativo a los electores durante sus campañas de reelección.

Por ello, es posible que el Congreso acelere su ritmo en 2024.

El año pasado, el Congreso aprobó una serie de proyectos de ley de financiación provisional, junto con proyectos menores sobre veteranos y cuestiones medioambientales, pero cuestiones cruciales como la ayuda al extranjero, la regulación de las redes sociales y la inmigración siguen sobre la mesa.

Por último, y quizá lo más importante, el Congreso está en la mejor posición para tener éxito cuando está dirigido por legisladores competentes y experimentados con mucho capital político.

Y ese no ha sido el caso hasta ahora en el actual Congreso. La Cámara ha tenido dos presidentes en el plazo de un año, y ambos carecían del poder político, la experiencia o la perspicacia necesarias para dirigir la Cámara.

El presidente Kevin McCarthy, republicano de California, fue destituido en octubre de 2023 por falta de apoyo dentro de su propio partido. Johnson, republicano de Louisiana, tiene escasa experiencia, ya que solo ha sido representante durante tres legislaturas completas.

El trabajo de Johnson se ha hecho aún más difícil por la continua reducción de la mayoría que los republicanos tienen en la Cámara y la polarización entre los dos partidos, que ha hecho que encontrar un acuerdo legislativo sea cada vez más difícil.

La forma de medir la productividad es importante

La mayor parte de las noticias en medios que critican la productividad del Congreso tiende a centrarse en el número de proyectos de ley aprobados como medida clave, pero eso es un enfoque simplista, ya que así tratan a todos los proyectos de ley como si tuvieran la misma importancia, independientemente de su contenido.

Algunos proyectos que se convierten en ley son puramente ceremoniales, por ejemplo, cambian el nombre de las instalaciones de Asuntos de Veteranos o acuñan monedas conmemorativas.

Otros tienen un carácter más sustantivo, como la regulación del comercio exterior. Otras no son solo sustanciales, sino que son lo que los políticos denominan leyes "históricas", como la ley de asistencia sanitaria asequible de 2010, también conocida como Obamacare, o la ley de recortes fiscales y empleo de 2017.

Si se utiliza el total bruto de proyectos de ley aprobados y promulgados, todos ellos se considerarían iguales.

Un recuento más preciso y justo podría dar menos peso a una ley que no sea tan sustancial o relevante y eliminarla del recuento, y así dar más peso a una ley histórica que tiene más impacto.

Un problema con esto es que la relevancia y el impacto de una ley ha cambiado drásticamente en las últimas décadas.

El Congreso recurre cada vez más a lo que se denomina "legislación ómnibus", que combina varias leyes, a veces no relacionadas entre sí, en un proyecto de gran tamaño que recibe una sola votación. En décadas anteriores, su contenido se habría dividido en docenas de proyectos de ley.

Cuando los legisladores presentan proyectos de ley, celebran audiencias en comisión y defienden su proyecto, estas acciones pueden ser importantes incluso si las leyes no se aprueban en el Congreso actual.

El esfuerzo legislativo emprendido hoy puede sentar las bases de los avances legislativos que se logren en el futuro.

2023 sigue siendo un punto bajo para el Congreso

Todo este contexto es crucial para entender si el Congreso está haciendo un trabajo legislativo eficaz.

Aun así, parece que el Congreso de 2023, especialmente la Cámara de Representantes, fue históricamente improductivo, se mire por donde se mire.

Los legisladores presentaron la misma cantidad de proyectos de ley que de costumbre, pero debido al caos de liderazgo de 2023, junto con las batallas aparentemente interminables sobre el presupuesto federal, muy poca de esta legislación está recibiendo atención, y mucho menos votos sobre su aprobación final.

La 118ª legislatura del Congreso dura desde enero de 2023 hasta los primeros días de enero de 2025, por lo que aún tiene tiempo de compensar este déficit histórico, pero a estas alturas, parece improbable que el Congreso sea mucho más productivo en los próximos nueve meses de lo que lo ha sido en los últimos quince.

*Charlie Hunt es profesor adjunto de Ciencias Políticas en Boise State University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Si usted desea consultar la versión en inglés puede encontrarla aquí.

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